Una pregunta sencilla, normal, cotidiana que ha calado en gran parte de la población, los medios de comunicación, sectores productivos y políticos, al punto de que cuando el presidente la dice todos sabemos que viene una noticia disruptiva, confrontativa, innovadora o simplemente para decir lo que la gente ha esperado por años, que se resume en una sensación de justicia a favor de los que menos tienen.
El presidente, de manera muy acertada, conectó con la gente validando una investidura ganada con el apoyo de la cuarta parte de la población nacional. Debía dar un paso así de agresivo, más si vemos que le antecedía 8 años de un respaldo fuerte y agresivo hacia los ahora expresidentes, por lo menos en sectores de las redes sociales y ciertos medios de comunicación.
La marca personal del primer offsider en ganar ese honroso título de mandatario y que impacta las bases del status quo, por lo menos en los últimos 70 años, corresponde a una lectura atinada de “las masas” (como se le conoce al grueso de la población según la teoría política).
Para este grupo grande de personas lo importante es un líder directo, de mano decidida, que termine con las costumbres políticas, que incomode el status quo y que, por lo menos en el discurso, intenciones las soluciones obvias que todos ven y que nunca se han hecho.
Ejemplo del calado de su estilo confrontativo es que las conferencias de prensa del Consejo de Gobierno, los días miércoles, tienen audiencias muy altas en las redes sociales oficiales, esto producto de la motivación para que su mensaje y su figura (es el director de la orquesta) sean vistos sin intermediarios.
Tras 8 años de un estilo de política polarizante, el estilo del Presidente, equivalente al de Bukele, Trump, Bolsonaro, se percibe como justiciero, eficiente y pragmático, algo que en medio de la crisis por la pandemia, la pobreza, el desempleo y el alto costo de la vida da el oxígeno necesario para ganar tiempo mientras sus decisiones actuales y futuras logran enderezar el rumbo del país, esto entendiendo que todo gobierno tiene eso como fin.
En resumen, ¿saben qué?, el presidente irá profundizando su estilo para descubrir lo que considera son costumbres políticas y administrativas irracionales, al tiempo que da bocanadas de aire fresco a la gente que, sin tener necesariamente un beneficio directo, lo perciben como una especie de héroe del pueblo.
Con este panorama la oposición legislativa y electoral para el 24 y 26 tendrá un duro escollo en sus aspiraciones, pues incluso ya se respira entre sectores populares una intención por impulsar y respaldar una potencial solicitud para un referéndum que habilite la reelección presidencial, algo que, se dé o no, no afectará el positivo panorama que tiene el futuro movimiento político liderado por el Presidente.
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