La situación que estamos viviendo todos los costarricenses ante el Covid-19, ha dejado en evidencia una vez más lo frágil que es nuestro sistema de salud pública, al igual que lo efímera que puede ser nuestra existencia como seres humanos. El escaso compromiso y falta de responsabilidad que asumimos frente a este tipo de situaciones no puede ser más palpable.
Porque lo que se nos pide hoy en día, es que nos quedemos en casa y no pongamos en peligro la vida de los demás, al exponernos frente a un enemigo que hasta el momento lleva las de ganar, pese a los grandes esfuerzos que están ejerciendo los especialistas en materia de virología para vencer a este microorganismo que ya le ha arrebatado al vida a miles de personas alrededor del mundo.
Esta semana todavía muchos costarricenses no se han percatado de la gravedad del problema que es contagiarse y transmitir a otros este virus, sin acatar las advertencias y recomendaciones hechas por el Ministerio de Salud sobre los protocolos que debemos implementar para contener la expansión del Covid-19, según la Organización Mundial de la Salud.
Los ticos somos extremadamente individualistas y esto se ha dejado ver ante la irresponsabilidad que algunos abanderan como consigna, al no cumplir el llamamiento de quedarse en casa para tener el menor contacto posible con otras personas. El Corona Virus no es una simple gripe que pronto pasará o que en todo caso, solo afecta a adultos mayores. Ya que estamos hablando de una pandemia que ha puesto de cabeza al planeta en unas pocas semanas.
Entonces es necesario asumir una actitud cívica responsable donde nos pongamos en la piel del otro al darnos cuenta que si no cambiamos nuestros hábitos y comportamientos de salud nos podemos enfermar todos. El Estado debe comprometerse con aquellos que se encuentran más expuestos que otros como lo son las personas de escasos recursos y las mujeres en riesgo de violencia doméstica que deben convivir aún más con sus agresores en esta época.
Costa Rica no posee la infraestructura médica para enfrentarse a una crisis de esta naturaleza y esto no es de desconocimiento para nadie. Es cierto que el epicentro de esta pandemia se está gestando en gran parte de Europa, Estados Unidos y Asia, pero solo es cuestión de tiempo para que se desate aquí de la misma forma.
Lo que están sufriendo países como Italia, España, Francia y China solo por mencionar algunos no es aislado. Por lo tanto, si creemos que estamos exentos de los efectos del Covid-19 nos equivocamos y a lo grande, ya que nuestra economía depende de lo que pase en cualquiera de estas regiones del mundo. Esto debe servir de ejemplo para que nos repensemos como nación dentro de un mundo globalizado, donde el Estado tiene que solidarizarse con sus ciudadanos que son al fin de cuentas quienes pagan los impuestos que sostienen a esta patria.
No es lo mismo contagiarse de Covid-19, poseyendo una condición económica holgada que permite un poco de atención extra en cuanto a las necesidades que se pueden cubrir de manera más rápida que depender de un salario de hambre para sobrevivir en un país con unos índices de desempleo que horrorizan a cualquiera, debido a que trabajar de forma informal es la realidad de un gran porcentaje de costarricenses.
Así que aquellos que se dicen “optimistas” frente a una catástrofe de estas magnitudes que ya golpeó la económica de los Estados Unidos que le da “oxígeno” a esta pequeña República, solo demuestran que los populismos criollos de derechas o izquierdas son un cáncer que está carcomiendo a esta democracia y que toman auge en las últimas décadas de la boca de quienes viven en la otra Costa Rica, donde lo único que les quita el sueño a estos tecnócratas es que ya no tienen tanta representación en el Congreso…
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