¿Ya tiene candidato o candidata para esta elección? Muchos y muchas todavía no. Tal vez usted sea uno de ellos o ellas. Hay quienes lucharán hasta el último suspiro por obtener su voto, hacerle cambiar de voluntad, o presionar. Y puede que no necesariamente lo hagan de la manera más correcta. Les voy a compartir algunas formas en que podría darse.
Cariñitos. ¿Le han ofrecido o prometido algo en esta campaña? Hace unos 2500 años, uno de los primeros “trueques” que se hacían en Atenas fue el de intercambiar una dracma por un voto. Desde entonces muchos políticos han practicado el arte -bien perfeccionado-, de conquistar votos con regalitos. Hay lugares del mundo donde la foto de la papeleta ha sido canjeada por dinero.
Regar la bola. Este escenario se ha dado también en el pasado. El día de la votación, en horas de la tarde, se disemina el rumor que un candidato o candidata es quien va adelante. De darse esta situación, lo que se busca es hacerle cambiar de opinión (lavarle el cerebro) o que usted se desanime y se ausente de las urnas. La veda electoral va del 3 al 6 de febrero, por lo que el TSE ha reiterado que en el día E tampoco salen encuestas.
Mitos: manipulación a “oscuritas”. Hay algunos candidatos que hábilmente diseñan cómo hacerle creer a la población que él es la única persona que puede liderar, el único que tiene equipo, el único que tiene los mejores contactos para gobernar. En varios casos, el político hace eso porque sus niveles de popularidad han sido bajos, por lo que recurre a juegos psicológicos, entre otras tácticas. El problema es que esto nubla el pensamiento de muchos votantes; desanimando a estudiar otras opciones y forzando el voto por resignación.
El acarreo. Te llevan al centro de votación, ida y vuelta, pero aquí no termina la historia. Ese día hay votantes que también reciben camiseta, fresquito, sandwich, o pollito. En algunos casos hay ‘cajita feliz’. Luego le recuerdan al elector que cuidado se le olvida dónde poner la marquita.
Tortuguismo. Este es un nuevo escenario en el marco del Covid-19. Los votantes hacen fila a las afueras del centro de votación. Hasta ahí todo parece bien. Luego la espera se podría sentir eterna. Una de las razones es porque habría trato preferencial de ingreso a quienes desplieguen signos externos de un candidato en particular. Tenga malicia. Observe mientras espera su turno. Si se diera una situación de esta naturaleza, trate de averiguar la causa, y si procede, denuncie.
Intimidación. Partidos que contratan un ejército de pega banderas, ubicándolos en las cercanías de los centros de votación, como si se tratara de un partido de fútbol. Usan también el perifoneo para que usted se “emocione” con canciones y mensajes que no dicen nada. Con ese objetivo, buscan que usted sienta que lo mejor es apoyar al candidato con más banderas y al que tiene más bulla. Y si usted es de los que llega inseguro o insegura a votar, podría ser presa fácil. Ya no estamos en las campañas ochenteras y noventeras, aunque hay políticos que no han entendido que los y las votantes han evolucionado. No mida la temperatura de las afueras del recinto como un indicador para decidir su voto.
No hay segunda ronda. ¿En serio? Hay candidatos que hablan de evitar la segunda ronda con el supuesto “altruismo” de ahorrarle millones a Costa Rica. La estrategia es ejercer presión trayendo a colación el tema del dinero. Esto podría tener eco en algún segmento de la población, y se corre el riesgo de que el país elija a la persona equivocada. De entrada no suena mala idea el ahorrarnos una segunda ronda, pero si usted lo reflexiona, podría salir más caro el caldo que los huevos, dijo mi abuela. De ahí que, si hay que ir a segunda vuelta con el fin de obtener debates más enfocados, tener mayor tiempo para reflexionar las propuestas, y madurar la decisión entre dos opciones, por qué no hacerlo.
La tocadera. Es molesto que haya políticos que nunca se acercan a la gente, pero en la recta final se lanzan sobre medio mundo con tal de sumar adeptos. Muchos no van a un mercado, pero ahí les vemos, pulseando el voto. Luego, en su diálogo interno hay quienes le dicen al votante: “nos vemos en cuatro años.” Si usted, durante esta campaña (y por más banal que le pueda resultar este consejo) es de los que conoció a un político en la calle y le “enamoró”, de igual manera infórmese de su programa de gobierno, reflexione y compare opciones antes de tomar una decisión final.
¿Tin Marín? Finalmente, si usted es de los que llegan a la urna y en el momento de sujetar la crayola apuesta al Tin Marín, es su decisión. En todo caso, usted tendrá un minuto y medio para tomar un respiro, escuchar a su conciencia, y conectar con su ‘memoria’ – sino es que algún candidato previamente le manipuló para ‘no recordar’.
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Sobre el autor del artículo:
Es graduado en teatro y cine, Universidad de Costa Rica – Universidad de Kansas, con énfasis en Ciencias Políticas. Master en Educación Internacional, Universidad de Massachusetts. Estudios de análisis de movimiento, Ecole Jacques Lecoq, París.
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