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¿Qué pasa con la infraestructura vial en Costa Rica?

» Por Sergio Mora Castro - Doctor en Ingeniería Geológica y Luis Castrillo Marín - Periodista y Politólogo, UCR.

Es una situación que se volvió endémica, perenne y sobre la cual nuestro país no logra encontrar el antídoto. Pero debe aclararse que no es en la complejidad de nuestro territorio en donde está la verdadera causa del problema, como se ha indicado en otras oportunidades.

Nuestro país está lleno de excelentes profesionales en ingeniería civil, estructural, hidráulica, geotecnia, hidrología y geología. Por ello, no logramos comprender por qué tenemos las peores carreteras, puentes, señalamiento vial, drenaje, estabilidad de cortes y rellenos, mantenimiento, seguridad y educación vial de Centroamérica, y de buena parte del resto del mundo.

¿No lo cree? Pues bueno, vaya a darse un paseíto por ahí y luego conversaremos… Les ofrecemos aquí una selección de noticias y referencias periodísticas que relatan la situación, pues no es posible, por asuntos de espacio, exponer más que una cantidad reducida de informaciones en relación con la inmensidad del tema.

Muchos fracasos

Para economizarle el tiempo de decidir su recorrido, le proponemos echar una miradita a nuestra carretera “del primer mundo”: la ruta 27 San José-Caldera inaugurada con bombos y platillos, pero con puentes de solamente dos vías y una multitud de problemas de deslizamientos y seguridad vial.

Es inexplicable el caso de la ruta 32, tanto en su tramo dentro del Parque Nacional Braulio Carrillo -en el cual, con apenas algunos pocos años de operación el costo de su mantenimiento por los deslizamientos ya había superado el costo de su construcción-, como en la bajura caribeña y su odisea china.

Lo mismo ha sucedido con las dos mitades de la Carretera Panamericana, desde Peñas Blancas hasta Paso Canoas (el caso Cañas-Limonal es también de antología), la Costanera y casi todas las demás vías terrestres nacionales.

El caso de la carretera Sifón-La Abundancia (San Ramón-San Carlos) es el epitoma de los ejemplos. Ni siquiera se ha concluido y ya parece un despojo a causa de los deslizamientos producidos por insuficiencias en sus estudios preliminares.

También es fácil observar que nuestras flamantes vías asfaltadas no tardan más que unos pocos años en perder su aspecto de carretera nueva. El diseño de algunas de ellas, en su conjunto, incluido el tratamiento de la superficie y el pavimento, no soportan el tránsito vehicular ni las condiciones ambientales, climáticas y geológicas por mucho tiempo.

La situación de los puentes es también muy preocupante. Recordemos la pesadilla del puente con la célebre “platina” en la autopista General Cañas; y el caso del puente sobre el río Tárcoles, en la Carretera Nacional No 137, el cual colapsó el 22 de octubre de 2009. Fue espantoso, produjo muertos, heridos y un trauma indeleble heredado a los sobrevivientes y familias de los afectados, aunque como siempre sucede, el caso ya fue borrado de nuestra memoria colectiva, por lo que los responsables se sienten muy agradecidos de no haber rendido las cuentas correspondientes. Ese puente estaba deteriorado desde hacía mucho tiempo; o sea, desde hacía muchos ministros de transportes y gobiernos. Daba pánico solamente al verlo.

Pero no ha sido el único caso y, aunque no han sucedido más muertes humanas, sí se han acumulado efectos, impactos, daños y pérdidas económicas, sociales y ambientales cuantiosas, como lo han revelado los informes técnicos al respecto y cuyas recomendaciones, en su mayoría, no han sido aplicadas.

Negligencia estatal

Es imposible aducir ignorancia acerca de la situación de nuestros puentes, pues desde 2015 LANAMME ha realizado, casi anualmente, auditorías técnicas en esas estructuras. Los resultados de esos estudios son espeluznantes. El caso más reciente es el del puente colgante sobre la vía de Circunvalación, al suroeste de la Rotonda de la Y Griega y que comunica las dos secciones del Parque de La Paz, en San José. La situación del puente fue diagnosticada hace 20 meses por su situación “deficiente y alarmante”… Y ahora, pues bueno, finalmente se convirtió en noticia.

¿Y de la plata para hacer las cosas bien o reparar las que están mal? ¿Se puede tener el coraje de decir que no hay recursos suficientes? ¿Quiénes y cómo han tomado las decisiones para definir las prioridades nacionales?… Definitivamente, no hay que esperar a que el cambio climático nos afecte en 2050, pues ya suceden daños en nuestras carreteras y puentes, y alrededor de 500 muertes en 2023.

¿Qué pasa en el MOPT? Su problema no es solo de esta administración ni de su ministro actual sino, al menos, de las últimas seis o siete administraciones ¿Será posible, algún día, establecer y hacer cumplir las responsabilidades correspondientes de la tragedia que azota a nuestros puentes y carreteras? Todos, absolutamente todos los responsables deberían ser llamados a rendir cuentas por estas y todas las costosas situaciones sucedidas y que, posiblemente, seguirán sucediendo.

¿Estamos en manos de nadie?

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