No es secreto para los costarricenses que mucho antes de la crisis por el COVID-19, nuestro país atravesaba una fuerte amenaza en su economía razón por la cual fue necesario la aprobación de una polémica reforma fiscal. Misma que ha sido violentada por el propio gobierno justificada por la crisis sanitaria, otros afirman que es un simple ejemplo de lo versátil y permisivo que es el gobierno del presidente Carlos Alvarado en temas económicos.
Durante la pasada campaña presidencial el PAC se vendió como el grupo de los verdaderamente preparados para gobernar Costa Rica, después de dos años de gobierno nos percatamos que la hoja de ruta de la que hablaban para sacar a Costa Rica del despeñadero, no existe.
Es un gobierno sin dirección, populista y experto en sacar provecho electoral de los temas del momento, el tal gobierno de unidad nacional lo que ha demostrado es una contradicción constante en el manejo de la información y ayuno de propuestas que verdaderamente nos lleven a un camino seguro de reactivación económica.
No es posible que el gobierno ante la incapacidad de presentar soluciones a los problemas nacionales, no desperdicia espacio para echarle la culpa al coronavirus del desorden que tienen en casa. Un día sale un ministro diciendo A y al día siguiente sale el presidente diciendo B, demostrando que no existe un proyecto sólido y responsable que le dé un poco de tranquilidad a los costarricenses que hoy duermen con un ojo abierto y otro cerrado, ante la amenaza de una crisis económica jamás vista en nuestro país.
El Teletón que vienen presentando desde hace meses al medio día, se ha convertido en un espacio donde fomentan la división del país, he visto la lucha entre ciudadanos que reviven los descalificativos usados en la pasada campaña presidencial, descalificativos que usualmente vienen de un empleado público o partidario fanático del gobierno que tienen garantizado su salario y sus pluses, caso contrario del trabajador independiente, del empresario que debe sobrevivir en un país que cada día es más complicado para invertir, sin dejar de lado al empleado privado que depende 100% de la libertad comercial.
Ciertamente la atención de la emergencia debe ser un ejercicio importante y todos debemos hacer los esfuerzos necesarios para no afectar muchas vidas, pero este gobierno ignora al sector privado y les es fácil decretar cierres, restricciones, limitaciones. Sin importarles que el sector privado ha sido muy maltratado y que hoy se encuentra pegado a un respirador artificial y con un pronóstico nada alentador.
Es urgente que el mandatario Carlos Alvarado, reconozca que los presidentes no heredan problemas, los presidentes deben saber perfectamente que está pasando en el país, para eso se eligen para gobernar y para que busquen soluciones, estamos a las puertas de una crisis que ya está afectando a ricos y a pobres, hoy más que nunca debemos demostrar que no somos un pueblo que está de rodillas y que exige al gobierno una solución segura a los problemas que enfrentamos.
La constitución no es un instrumento para controlar el pueblo, la constitución es una herramienta del pueblo para controlar al gobierno, no podemos olvidar eso bajo ninguna circunstancia. ¿Será que a los costarricenses nos han engañado tanto que ya somos inmunes?.
No se puede hablar de reactivación económica en Costa Rica si la constante del gobierno, es emanar directrices de más control, más carga impositiva, más burocracia y sobre todo irrespetar los esfuerzos que hace el sector privado por producir y contribuir con el país, recordemos que desde la empresa privada se genera la riqueza que sostiene al estado.
Basta de coartar libertades, basta de burlarse del pueblo, basta de dividir el país, basta de hacernos creer que vamos por buen camino, hoy nos ataca un virus letal que se llama desempleo que tiene a casi 400.000 personas con futuro incierto, un déficit fiscal proyectado del casi 9% del PIB al cierre de este 2020, necesitamos acciones concretas que muestren la luz que hoy parece lejana de ver.
La Costa Rica de bicentenario que tanto amamos requiere de una humildad genuina del presidente, que le permita tomar el teléfono y llamar a figuras de todos los partidos políticos, grandes empresarios, cámaras e involucrar sin mezquindad a todos los diputados, en el plan de reconstrucción nacional que va a requerir nuestro país.
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