Poder Mental

estudiantes

Por Rolando Araya Monge

El mayor derroche en el gasto público no son los privilegios, ni las pensiones altas, ni los viajes injustificados, ni las consultorías innecesarias. El mayor desperdicio es gastar miles de millones en esfuerzos educativos cuyos resultados son insignificantes. Por enseñar lo que rápido se olvida.

¿Cuánto se gasta en enseñar materias cuyo aprendizaje apenas llega al examen? El propósito central del sistema educativo es desarrollar el intelecto a través de transmitir información o conocimientos, y algunas destrezas como la lectura y  otras, necesarias para el proceso. Resulta, sin embargo, que un elevado porcentaje de los conocimientos se evaporan y virtualmente desaparecen al poco tiempo. ¿ Y entonces, qué importancia tuvo el gran esfuerzo laboral y económico para ofrecer cifras, fechas, datos, nombres, funciones, ecuaciones y libros? Cualquiera podría comprobar cómo la gran mayoría de los estudiantes que aprobaron el bachillerato por manejar determinada información, lo perderían si, por ejemplo, les repitieran el examen unos meses después. ¿Qué sentido tiene entonces mantener el autoengaño? ¿Qué diferencia hay con los que no acabaron secundaria o fracasaron en las pruebas de bachillerato? ¿Cuál sería entonces la diferencia entre alguien que ganó y otro que no ganó el bachillerato, en términos de preparación intelectual, si al cabo del tiempo, aquellos conocimientos desaparecen?

Se podría además agregar los efectos negativos de un sistema educativo que está fuera del contexto, obsoleto, con secuelas aletargantes en la formación mental de los estudiantes. Tener el desarrollo intelectual como el objetivo básico y hacerlo con los métodos y la pedagogía imperante tiene una cantidad de efectos negativos que vale la pena analizar.

La primera y más visible es que la mayoría de los jóvenes acaban detestando el estudio y la lectura. Agréguese a ello el daño a la autoestima de la mayoría y la cantidad de carlancas psicológicas, una especie de enfermedades paidogénicas, que se mantienen como taras que inducen neurosis. El sistema acaba creando fobias por un proceso que fomenta la competencia por encima de la cooperación e incluye la violencia, el miedo, la intolerancia, el rechazo hacia los demás, la incapacidad de trabajar en equipo, la pérdida de creatividad, de inteligencia y hasta del interés por aprender.

Muchos de los problemas nacionales se derivan de esta situación. Empezando por el debilitamiento del carácter de la persona, este tipo de orientación educativa crea una forma de mediocridad visible en el trabajo, los estudios, las relaciones sociales y en casi todo el quehacer nacional.

Ninguna otra actividad pública tiene tanta importancia como la educación del pueblo. De hecho, la educación es la “variable macroeconómica” de mayor relevancia, aunque la llamada ciencia económica la tenga fuera de sus ecuaciones. La diferencia fundamental entre sociedades exitosas y las que viven subyugadas por problemas de todo tipo es la educación del pueblo. Con buena educación se pueden combatir naturalmente males sociales como la pobreza, la desigualdad, el atraso económico, la ineficiencia, la corrupción y muchos más. La situación de un país es el reflejo del nivel educativo, mental, emocional y espiritual de su pueblo. Poco pueden hacer los modelos políticos y económicos en comparación con buscar la perfección del sistema educativo.

Un cambio profundo es un imperativo para superar los problemas nacionales. Estamos viviendo en una cultura en medio de una vorágine de cambio, ahora acelerada por la convergencia entre la era solar y la era digital. Es preciso aprender a vivir en la incertidumbre, a tener inventiva, creatividad, sabiduría. El mundo necesita un nuevo ser humano que haya trascendido esta limitación a su capacidad mental impuesta por modelos anticuados.

La prioridad debe ponerse ahora en el desarrollo del poder mental. Por ahí debe empezarse. Eso significa que el alumno desarrolla su capacidad de aprender a aprender, en un sistema donde la enseñanza cede su espacio al aprendizaje. ¿Poder mental? Algo no muy conocido pero se relaciona con aspectos más comunes como la inteligencia emocional, la intuición, la creatividad, con potenciar más la memoria, la capacidad de lectura y la de controlar pensamientos a través del aprendizaje de experimentar el silencio mental. Con técnicas de respiración, música apropiada, meditación y otros aspectos el alumno puede aumentar sensiblemente su coeficiente de inteligencia, su memoria, desarrollar capacidad de autocuración, diligencia, energía, voluntad, empatía, sensibilidad y otros aspectos, algo así como un empoderamiento integral. Con estas destrezas, el aprendizaje de todo lo demás se hace con más facilidad, más gusto, con alegría. Introducir las técnicas de superaprendizaje y aprendizaje acelerado viene como consecuencia directa. Y así, al final, se colma con creces el propósito de dotar al alumno de más conocimientos y mucha más capacidad intelectual. Al final obtenemos ciudadanos asertivos, diligentes,  más inteligentes, más sensibles, más solidarios y, por supuesto, mucho más cultos e informados. Atrás quedaría el grado de enajenación mental que tiene a la humanidad sufriendo de una neurosis cuyos efectos vemos diariamente en los medios de comunicación.

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