Existe una frase conocida que dice: “Lo contrario al amor no es el odio, sino la indiferencia”. En la política actual, esta máxima cobra un nuevo sentido. La comunicación política ha evolucionado, y muchos desconocen la dirección que ha tomado. Hoy, el storytelling eficaz requiere de personajes claros: para que haya un héroe, debe haber un villano. Y es precisamente aquí donde la estrategia de Chaves comienza a surtir efecto.
El actual mandatario ha demostrado ser hábil al usar los discursos de sus “rivales políticos” para fortalecer su propia retórica. Según el politólogo Giovanni Sartori, “la política moderna ha sustituido la argumentación por la imagen” (Sartori, 1997), y Chaves ha sabido aprovechar esto al máximo. Populista o no, es una estrategia efectiva. Sin embargo, algunos no comprenden que las redes sociales no son un medio de información, sino de entretenimiento. Desde Casa Presidencial, esta estrategia se ejecuta con maestría, logrando que los costarricenses perciban el escenario político como un espectáculo, no porque sea correcto, sino porque entretiene.
Es frecuente ver en los titulares noticiosos cómo los líderes del PLN y el FA se dirigen directamente al presidente, ya sea con buenos o malos argumentos, con razón o sin ella. Esta constante confrontación, lejos de debilitar a Chaves, ha servido para fortalecer su figura y ampliar su poder más allá de lo que realmente le corresponde. Al concentrar tanto su atención en él, estos partidos han caído en la trampa de darle un protagonismo que, en última instancia, termina beneficiándolo.
En lugar de seguir cayendo en este juego, estos partidos deberían considerar adaptar su comunicación hacia un enfoque más propositivo, uno que no solo critique, sino que también ofrezca soluciones claras y atractivas. Involucrar activamente al electorado, presentando propuestas de manera entretenida y constructiva, podría no solo contrarrestar la estrategia de Chaves, sino también mejorar significativamente la imagen de estos partidos ante la opinión pública.
Liberación Nacional y el Frente Amplio, sin quererlo, se han convertido en cómplices del Poder Ejecutivo, otorgándole el control sobre lo que se discute a diario en el país. Hoy, el Congreso habla más de lo que hace el presidente que de las propuestas legislativas.
Costa Rica merece liderazgos con una visión más elevada, capaces de superar los revanchismos políticos que, sin sentido alguno, se convierten en una novela de entretenimiento en lugar de contribuir al verdadero desarrollo del país.