Solo en el año 2019 murieron en Costa Rica 440 personas por accidentes de tránsito, según datos del Consejo de Seguridad Vial. Se registró, además, la escandalosa cifra de 37.500 accidentes de tránsito, es decir ocurren 100 accidentes diarios en nuestro país.
Desgraciadamente, esta guerra que vivimos en las carreteras no es algo nuevo. A pesar de los muchos llamados a crear conciencia, la tragedia se sigue apoderando de nuestra sociedad, producto del comportamiento que se vive en las calles.
No cabe ahora achacar culpas, el dolor que atraviesan los familiares, amigos y cercanos por ver cómo les dan la noticia de la muerte de uno de sus allegados por accidentes, simplemente no tiene reparo.
Lo que sí podemos hacer es cambiar nuestro comportamiento en las carreteras, ser precavidos, no tener una actitud negativa o temeraria. En varias oportunidades me he referido a este tema, y es necesario seguir insistiendo para que tomemos conciencia.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su numeral 2304 nos señala muy claramente: “El respeto y el desarrollo de la vida humana exigen la paz. La paz no es sólo ausencia de guerra y no se limita a asegurar el equilibrio de fuerzas adversas. La paz no puede alcanzarse en la tierra, sin la salvaguardia de los bienes de las personas, la libre comunicación entre los seres humanos, el respeto de la dignidad de las personas y de los pueblos, la práctica asidua de la fraternidad”.
Muchas veces nuestras carreteras se convierten en espacios de guerra por pasar de primero, por brincarse un alto, por llegar temprano… Nuestra actitud debe cambiar, debemos, primeramente, aspirar a la paz; esto sirve como consejo para cualquier situación de vida, más aún, cuando nos topamos con nuestro prójimo en espacios públicos y nos debemos regir por normas que garantizan la seguridad de todos.
Debemos pensar que cada vida cuenta, que el respeto a la vida debe darse en todo momento y lugar. Y también respetar la vida propia para no exponerla en actos de irresponsabilidad.
Veamos otro detalle muy lamentable: 2.138 conductores fueron puestos a las órdenes del Ministerio Público en el 2019 por, presuntamente, conducir bajo los efectos del alcohol, según el resultado de prueba de espiración de aire, realizada por la Policía de Tránsito.
Esto representa, según informó, días atrás, el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, 72 casos más que en el 2018 o un 3.5% más.
Con estos actos, no se expone solo la vida propia, sino la vida de los demás, por lo que el llamado debe ser vehemente para que nos respetemos y respetemos a los demás.
Por más campañas y llamados que hagamos, nada cambiará si cada uno de nosotros no asume la propia responsabilidad de su comportamiento.
Pidamos al Señor que nos ilumine, que podamos transformar la realidad de nuestras carreteras, que la imprudencia y la violencia estén lejos de quienes debemos convivir como sociedad, como familia humana y que, los recursos dispuestos para el progreso, sean utilizados para el bien y no para nuestra destrucción.
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