Las pérdidas en la producción animal en algunas regiones tropicales, a causa de la degradación de las pasturas, plantean un problema, tanto económico como ecológico, de gran importancia. La degradación de las pasturas tiene serias consecuencias: Reduce los rendimientos de la producción animal, incrementa los costos de producción y todo ello contribuye a fomentar la escasez y el alto costo de los productos animales que demandan los consumidores. Además, las pérdidas de suelo, nutrimentos y residuos vegetales, causadas por la lixiviación, la escorrentía y la erosión, reducen la fertilidad del suelo y tienen un impacto negativo severo sobre la productividad y sostenibilidad de los agroecosistemas tropicales. Si a esto le sumamos el manejo que hacen los ganaderos usando aún el pastoreo continuo y variedades de poca cobertura vegetal el problema se intensifica. Tenemos que usar pastos mejorados con buen índice foliar y buena cobertura ojalá más del 90%. Las gramíneas forrajeras nativas de las sabanas y bosques bien drenados de América Latina son de baja calidad nutritiva y productividad, y responden poco o nada a la fertilización. Por eso es necesario complementarlas, con pasturas de especies introducidas (mejoradas), que logren una persistencia productiva estable y que permitan la obtención de más carne y leche en la misma área, mediante un manejo racional del pastoreo y la aplicación de cantidades racionales de fertilizantes y/o de abonos orgánicos. Hasta donde sea posible se recomienda que los pastos estén asociados con leguminosas (herbáceas, arbustivas, arbóreas) y de otras especies forrajeras no leguminosas, ya que las pasturas mejoradas de gramíneas puras requieren de una fertilización periódica que resulta cara. Cuando los pastos, se establezcan bien con un mal manejo se degradan y son invadidas por plantas arvenses (malezas), debido a la pérdida de vigor de las plantas forrajeras, causada por la baja disponibilidad de nutrimentos minerales, principalmente nitrógeno, fósforo, calcio y potasio, a la acides del suelo, a la alta toxicidad de aluminio y a la compactación del suelo ocasionada por el sobrepastoreo permanente o estacional del ganado. Las leguminosas asociadas con pasto o sembradas en los potreros o cercas del perímetro de la finca por su abundante y profundo sistema de raíces leñosas que poseen las leguminosas evita la compactación excesiva del suelo, y permite a estas plantas extraer agua, así como nitrógeno, fósforo y potasio de la atmósfera y de las capas profundas del suelo, para incorporarlos luego a la superficie, a través de las raíces, nódulos, ramas, hojas, flores y frutos que se desprenden de ellas, como también por medio de las excretas de los animales que las consumen. Si no podemos manejar pastos asociados con gramíneas, sembremos bancos de proteínas con leguminosas y sembremos árboles que fijen nitrógeno además de otros beneficios como son la ayuda a la flora y fauna (abejas, mariposas, murciélagos, monos, pequeños mamíferos, otros insectos benéficos) del ecosistema.