La celebración de las elecciones el 6 de febrero en la cúspide de la cuarta ola de la pandemia por covid-19 representa un nudo gordiano para la administración, me explico: si se permite salir del aislamiento domiciliar a los electores con orden sanitaria para ir a votar, se desacredita todo lo actuado con el tema (en el pasado hasta policías se pusieron en casas de gente con orden sanitaria para que no salieran y a otra gente se les abrió expediente judicial por romper el aislamiento y poner en riesgo la salud de otros), si no se les permite salir a votar “arde Troya” y los candidatos pegarán el grito al cielo y pedirán la cabeza del presidente.
Lo correcto, adecuado, saludable y patriótico hubiera sido posponer las elecciones, pero a los candidatos no les interesa la salud pública, ni siguiera la salud de sus propios seguidores, lo que les interesa es obtener el poder a cualquier precio.
Posiblemente la salida salomónica sea no emitir órdenes sanitarias 10 o 15 días antes de las elecciones para que los contagiados puedan ir a votar y dispersen el virus sin incumplir la ley, pero ese “taquito” dejará muy mal parado al Ministro de Salud y a toda gestión de la pandemia.
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