Actualmente sabemos y consideramos el que las ciudades son “objetos” flexibles, deben irse adaptando constantemente según las necesidades de sus habitantes y usuarios, quienes cada día exigen servicios más especializados y prácticos.
En nuestro país la responsabilidad principal en cuanto al tema recae en las municipalidades de los 82 actuales cantones, y sus respectivas autoridades. En algunos casos, esa adaptabilidad algunos municipios la han logrado con éxito, aplicando metodologías modernas de gestión, otros cantones lo han intentado, pero con resultados negativos, debido a mala planificación, improvisación en sus métodos, o mala interacción de interesados internos o externos, finalmente, quedan los municipios que se mantienen en la conformidad de mantener sistemas de gestión obsoletos, ante la pasividad de sus habitantes.
Indiferentemente de esto, es un hecho el que la ciudad sufrirá transformaciones notorias ya sea que exista una intervención del gobierno local o no.
Y es lamentable el ver en ciudades que buscan un cambio en sus modelos de gestión, un compromiso mínimo o inexistente por parte de los habitantes o usuarios, cosa que es casi parte de la cultura ciudadana y urbana costarricense, delegar y trasladar todo el trabajo tedioso y sucio (en este caso los municipios) mientras sencillamente se ignoran los problemas que aquejan a nuestras comunidades, pero si algo luego gusta, es el quejarse de las consecuencias de las mismas acciones que como usuarios y habitantes realizamos, pero culpando totalmente a las municipalidades por “no hacer nada”.
¿Acaso es responsabilidad de la municipalidad el que tengamos cero conciencia de lo que es vivir de manera colectiva en Costa Rica?
Siendo esto así, de nada vale que un municipio sea de puertas abiertas, si los vecinos por simple desinterés o pereza no participan de los espacios que se facilitan para diversos temas comunales; de nada vale, el que se habiliten sitios de disposición de residuos sólidos clasificados para reciclaje en zonas públicas, si por pereza no somos capaces de memorizar cinco colores básicos y aprender a cuál contenedor va cierto tipo de residuo; de nada vale, que el municipio aplique medidas para disminuir el consumo de plásticos, si cada que vamos de compras pedimos bolsas plásticas, por pereza de llevar nuestras bolsas reutilizables; de nada vale, que se realicen campañas de conciencia en el uso de agua, si por facilidad seguimos prefiriendo utilizar mangueras en vez de un balde para limpiar nuestro auto; y de nada vale, que el municipio se esfuerce por crear un sistema de movilidad accesible, sustentable, y eficiente, si por querer ahorrar 10 minutos en nuestras diligencias, decidimos continuar utilizando nuestros vehículos para todo.
Y sí señor, lo vimos tirando las aguas sucias y basura de su negocio al alcantarillado pluvial.
Y sí señora, la vimos tirando su bolsa de frituras al suelo y seguir caminando como si nada.
Y no señor, ese espacio o esquina entre dos edificios adosados no es para que orine cuando le plazca.
Y no muchacho, nadie está interesado en escuchar a todo volumen del parlante de su celular música en el transporte público.
Y no muchacha, no debería consumir alimentos que desprendan olores no agradables en el transporte público.
Y sí, el adoptar medidas de conciencia o educación urbana, pensando de manera colectiva y no individual, es difícil al inicio, pero con el tiempo estas se volverán normales y casi que las aplicaremos sin darnos cuenta, la conciencia urbana no se trata de ver que hacen mal los otros y señalarlos, se trata de que cada uno empiece a aplicar estas medidas, los usuarios de las ciudades actúan casi que a manera de imitación de los comportamientos que vean en los demás, por lo que si en verdad cada uno de nosotros se compromete con estas medidas, en un corto o mediano plazo, ese compromiso lo adquirirán las demás personas con las que compartimos diariamente los espacios y servicios que nos ofrecen las zonas urbanas.
La gestión de servicios urbanos es un sistema bilateral de municipio-usuario, y por lo tanto se requiere de un alto compromiso de ambas partes para lograr con éxito las ciudades que queremos y deseamos.
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