Los millennials son más propensos a caer en el socialismo por falta de información.
Nuestra generación debería tener muy presente que el socialismo ha fracasado estruendosamente en el pasado, y debería saber por qué.
Hablamos de un régimen que promete cubrir todas nuestras necesidades básicas. Salud, vivienda, educación, transporte y alimentación. Todo eso gratis. ¿A simple vista nos parecería una maravilla, no?
¿Y si a esto le sumamos la nueva estrategia de la izquierda para captar la atención de la juventud? Un elaborado y oportunista discurso de “inclusión”, “defensor de los derechos humanos”, defensor de un neo-feminismo radical, y por supuesto, pro-aborto. Eventualmente, tendremos como resultado una creciente ola de millennials que se autodenominan de izquierdas.
¿Pero, cuál es la otra cara de la moneda?
Para desenmascarar las “bondades” del socialismo y de la nueva izquierda, es necesario un análisis puntual de cada una de esas maravillas cuasi astrales que promete. Esas entrelíneas de las cuales no hablan, porque no les conviene.
Empecemos con el mayor “beneficio” del socialismo: “servicios esenciales gratis”.
Esto es sencillamente una falacia. Ningún Estado puede darnos cosas gratis, llámese salud, educación, vivienda o alimentación, porque la naturaleza misma del Estado no es producir riqueza, sino administrar. De tal manera que alguien tiene que pagar por esos servicios. ¿Adivinan quiénes? Exacto: nosotros mismos. Los ciudadanos que pagamos impuestos.
Sin embargo, con ese discurso populista, han llegado y se han consolidado en el poder caudillos que han prometido riqueza y prosperidad, pero por el contrario, la aplicación de la receta socialista sólo ha dejado a su paso caos y miseria, destrucción de la economía de muchos países, y una larga lista de muertos y presos políticos. Basta con echarle una ojeada a Venezuela o a nuestro vecino del norte para constatar “las bondades del socialismo”.
¿Pero, qué hay del discurso de igualdad, respeto por los derechos humanos y el feminismo?
Resulta que si realizamos una retrospectiva, y escrutamos entre los anales de la historia, nos damos cuenta que el socialismo ha sido, junto con los regímenes fascistas, los principales violadores de los derechos humanos. La diferencia con el fascismo, es que éste ha desaparecido dichosamente con el pasar del tiempo, pero el socialismo se resiste a morir y continúa cobrándose la vida de cientos de miles de personas. Para el 26 de agosto, la cifra de muertos en Nicaragua tras las protestas era de casi 450, según el diario ABC INTERNACIONAL.
Además, el socialismo, o la mal llamada corriente del “progresismo”, es experto es manipular a la población causando divisiones. Creando así analogías a la parte “buena” y la parte “mala” del pueblo, poniéndolas a pelear una contra la otra. Es aquí donde aparece el nuevo feminismo radical, que es una distorsión de las verdaderas luchas que libraron las mujeres en el siglo XX para alcanzar la igualdad y el respeto a su dignidad en todos los ámbitos: sociales, políticos y económicos.
Lo interesante de todo, es que traen a la palestra política problemas que no existen, o que no son los que el país en cuestión urge en resolver, como por ejemplo el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto y un largo etcétera. Todo esto con el único fin de dividir a la población y atraer al sector más joven de la sociedad, aludiendo a las emociones y no a la razón, porque saben que los jóvenes somos altamente más pasionales, y no todos nos forjamos un pensamiento crítico y analítico.
Es necesario que se despierten voces que recuerden que la vida, la libertad y la propiedad privada son los derechos fundamentales del individuo.
Curiosamente el socialismo le tiene una fobia inexplicable a la propiedad privada (bueno, si es explicable, quieren abolir la propiedad privada para hacerse ricos a costillas de los demás). Una sociedad sin producción, sin libre comercio, y con servicios básicos, banca, y medios de comunicación acaparados todos por el régimen, se vuelve una sociedad pobre y en miseria, donde las personas tienen pésimas condiciones de vida y donde todos quieren emigrar pero se les prohíbe hacerlo. ¿Se acuerdan de la Alemania Oriental y el Muro de Berlín?
En síntesis, el socialismo ha asesinado y reprimido a quienes piensan diferente y ha empobrecido en todas las latitudes. Ésta es una verdad que ningún millennial puede pasar por alto.
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