Tipo de Cambio para 21/12/2024: Compra: 504.67 / Venta: 509.95

Noventas III

» Por Fabián Coto Chaves - Escritor

A menudo uno se siente impelido a creer que, al menos en los últimos treinta años, nuestra intelectualidad Página 15/Hablando Claro solamente leyó dos libros: aquel famoso de Fukuyama y el otro, más reciente, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. Esa es la única explicación para su súbito desconcierto ante la evidencia de que la historia no acabó en los noventas y de que, por si fuera poco, todavía hay clases sociales. 

La historia de occidente, ya se sabe, es una permanente tensión entre el mito del progreso y el de la caída. Y hoy, cuando resulta innegable el colapso del discurso neoliberal progresista, caemos de nuevo en un pozo sin más luz que la de las pantallas de nuestros celulares. 

Hubo señales tempranas que no siempre interpretamos de manera certera. 

Estaba, sí, el descarnado dolor de Kurt Cobain, la melancolía de Elliot Smith y las raras ensoñaciones trágicas de Radiohead. 

Estaba, sí, eso que hoy entendemos como “neoliberalismo” reducido a escena común: el abuelito o la abuelita que descubre las yemas de los huevos repentinamente pálidas y las  papas del picadillo insoportablemente blancas, macilentas. 

Pero, con todo, imperaba una suerte de arquetipo optimista: desde el Jordan Air y el Just Do It a los conejos de Duracell que nunca se agotaban. 

Las muchachas tomaban margaritas o vodka con jugo de naranja.

Los muchachos, birra y, ocasionalmente, ron con coca. 

Bastaba tener ojos claros y ser medio machillo para ligar. 

Y comer era tan sencillo… En todas las celebraciones formales el plato fuerte estaba constituido por una virtuosa combinación clasemediera: carne en salsa de hongos, ensalada, puré de papa y un arrocillo con verduras. Por ahí, de repente, te metían una opción de pollo. Pollo en salsa de hongos, por supuesto. 

Pero, en general, la cosa iba de carne en salsa de hongos. 

Los DJ de las discomóviles en las fiesta de 15 años eran tremendamente conscientes de los entresijos del metabolismo: después de Proyecto Uno le bajaban un toque, capaz y ponían una salsa de Eddie Santiago, luego una de Jerry Rivera y, de pronto, de manera casi imperceptible, uno estaba sacándose disimuladamente hebras de carne de los dientes y chorreándose la camisa mientras sonaba Adeline de Richard Clyderman. 

Los saloneros, en seguida, recogían platos y entonces venía otra salsa ligera. Un hit del recuerdo a modo de digestivo. Un bolero o un pasodoble para los abuelitos. Después, a lo mejor, un merengue. Otra salsa. Otro merengue, digamos, más intenso. Merenrap o algo por el estilo. Y ya para cuando la gente brincaba con Ingrata de Café Tacvba, sin más, la carne en salsa de hongos ni siquiera perduraba en forma de eructo contenido. 

La gastronomía doméstica también era más sencilla: en el día a día todo se resolvía pasándolo por huevo: barbudos, canelones, chiles, papas, zapallos.

El mundo entero caía rendido ante los mercados bursátiles, se restringían garantías individuales, se instalaba la cultura sobacal del MBA, se incineraban países enteros, se devastaban selvas…  Y mientras tanto, nosotros, como los intelectuales Página 15/Hablando Claro, nos moríamos de confort en los besos discretos, las arrimadas sutiles, la misa de seis y media y la vida como primera base eterna en el sofá de los suegros. 

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

Últimas noticias