No viene mal… que te protejas

Siempre he sido un tanto supersticioso – entiéndase, creencia que resulta contraria a la razón y ajena a la fe religiosa – de aquí que considere la existencia de ciertos fenómenos que disponen de una explicación mágica o mística, por ejemplo: trae mala vibra pasar por debajo de una escalera o casarse un martes 13, no es una buena opción, ya que las cosas podrían salir como lo esperas.

Donde mucho acerca de ello surge de tradiciones populares que se transmiten de generación en generación – que, en mi caso particular, mi madre hacía alusión a que su mamá (es decir mi abuela, persona de campo), la “educaba” a través de relatos, en que no era adecuado hacer lo cual favorecía la buena suerte (o alejaba la mala), como es el caso que a la hora de soplar una torta el día del cumpleaños[1], debe lograrse de un solo apagar todas las velas[2].

A lo anterior, como “antídoto”, – también de origen ancestral – era recomendable contar con un amuleto[3], correspondiente a un objeto portátil al que se le atribuye un poder mágico capaz de dar salud o suerte o de beneficiar a la persona que lo tiene en su poder y lo lleva encima.

Objetos que suelen estar muy presentes en la sociedad actual y que inclusive suele vincularse a la combinación en cuanto a colores, con el vestuario – mucho más las féminas – donde la diversidad de formas es muy amplia: animales (suelen colgarse como dijes, aretes o medallas: trébol de 4 hojas, búhos, yin yang;  minerales (como es el caso de las gemas: ámbar, granate, perlas, topacio, turquesa, turmalina), vegetales (Rosa de Jericó) y otros símbolos (en forma de martillos, manos),donde cada uno de ellos tiene un propósito especializado, aunque todos tengan la finalidad de protegerte de problemas, malas intenciones o enfermedades.

Pero, ¿acaso el uso de los mismos, contradice a lo planteado por otras religiones? Por ejemplo: El crucifijo ha sido considerado a lo largo de la historia como una potente arma contra los demonios y los malos espíritus; a ello le sumamos el uso de escapularios o medallas (Virgen de Guadalupe, la Caridad del Cobre, etc.); otra modalidad, resulta colocar en los retrovisores de sus vehículos rosarios o imágenes de Santos, como una manera de propiciar la protección de los viajeros durante el trayecto.

Luego, ante un mundo tan diverso en cuanto a culturas, creencias y de hechos o fenómenos naturales y sociales, vinculados a la violencia, pobreza, desigualdades queda a criterio de lector, su uso o no, ¿qué realmente nos proteja? Es posible. ¿Qué nos falle? Es posible.

¿Qué saldrás bien en la evaluación que te realicen o que te otorguen la plaza vacante, que necesitas? Dependerá además de tu creencia y del amuleto o amuletos que utilices, de estudiar mucho, superarte, prepararte más que bien.

Tus ancestros, con sus creencias, sus relatos, sus cuentos, lo que recoge la historia al respecto, ligado a vivir – como propósito – con una buena vibra, entiéndase “sensación o sentimiento instintivo que percibe una persona como emanados de otra, de un lugar, o de un objeto”, que, aunque algunas veces te caigas, pero seguro que te volverás a levantar.

En una ocasión un directivo me preguntó, que ¿por qué utilizaba a pesar de mi edad, además con responsabilidades como educador, teniendo que lidiar con estudiantes y docentes, un lazo rojo, en mi mano izquierda?, ¿Qué si era una moda?

Por respeto, solo sonreí. En ese momento no venía al caso explicarle, que era mi amuleto, que lo colocaba en la muñeca izquierda, porque está más próxima al costado del cuerpo que se encuentra más conectado con el alma y que también la pulsera me proporcionaba buenas vibras, protección, prosperidad, buena suerte y afecto, hacerme sentir positivo y generar armonía en mi vida.

Por cierto, ¿cuál es su amuleto?

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[1] También llamada queque, cake, biscocho, pastel, rosca.

[2] Su origen en la Edad Media

[3] Talismán, fetiche.

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