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Mujeres indígenas y los sistemas agroalimentarios

» Por Andrea Padilla - Representante Asistente de Programas de la FAO en Costa Rica

Hoy, 05 de septiembre, es el Día Internacional de la Mujer Indígena, una fecha propicia para recordar el importante rol que ellas desempeñan en el buen funcionamiento de nuestros sistemas alimentarios; tal como lo señala el Libro Blanco/Wiphala sobre sistemas alimentarios de los pueblos indígenas (2021), una reflexión conjunta entre la FAO y el Centro Mundial sobre sistemas alimentarios de los Pueblos indígenas,  en el marco de la próxima Cumbre Mundial de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas 2021.

El referido documento refleja el reconocimiento que diversas instancias hacemos de las mujeres indígenas como hijas de la Madre Tierra, guardianas de la biodiversidad del planeta y como gestoras del territorio. Así como poseedoras de conocimientos únicos vinculados a sus funciones y ocupaciones comunitarias y líderes de actividades económicas, culturales, espirituales y educativas, fundamentales dentro de sus comunidades.

Sabemos que los conocimientos y saberes tradicionales de las mujeres indígenas son fundamentales para encontrar soluciones basadas en la naturaleza que permitan mitigar los efectos del cambio climático, reducir el hambre y alcanzar el desarrollo sostenible.

Sin embargo, a pesar de estas importantes contribuciones, son las mujeres rurales, y principalmente las mujeres indígenas, quienes enfrentan mayores brechas socioeconómicas y mayor exclusión sistémica y estructural. Ellas tienen menos acceso a la generación de ingresos, a un trabajo remunerado, al reconocimiento del trabajo reproductivo, poca participación en espacios de tomas de decisión, menor acceso a bienes y propiedad de la tierra y, en algunas ocasiones, mayores niveles de hambre y malnutrición.

Estas condiciones se ven aún más agravadas luego de la pandemia, que sin duda ha afectado a toda la población en general en términos de seguridad alimentaria y, por supuesto, también a las mujeres indígenas.

Recordemos que, de acuerdo al informe de Naciones Unidas “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo” (SOFI 2021), en comparación con 2019, en el año 2020 alrededor de 14 millones de personas más se vieron afectadas por el hambre en América Latina y el Caribe, es decir, 9,1 por ciento de la población total de la región padece hambre. Por su parte, las mujeres padecieron inseguridad alimentaria a razón de un 10% más que los hombres en 2020, frente a una proporción del 6% en 2019.

Esto representa un gran desafío en vías a cumplir las metas establecidas en la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Pero es precisamente de cara a este desafío que las mujeres indígenas tienen mucho que aportar; y para ello las instituciones, asociaciones y organizaciones podemos contribuir, ¿cómo?

Impulsemos la importante contribución de las mujeres indígenas a nuestros sistemas agroalimentarios, incorporando en nuestro trabajo una perspectiva interseccional que analice la situación diferenciada que enfrentan las mujeres en su condición, situación y posición como mujeres indígenas, en todo su ciclo de vida.

Construyamos políticas públicas, programas y proyectos que respondan a las necesidades e intereses diferenciados, de manera que disminuyan las brechas que enfrentan para el logro de un desarrollo pleno y efectivo; incorporando una perspectiva de igualdad de género y de empoderamiento de la mujer.

Invirtamos en acciones que promuevan que las mujeres y jóvenes indígenas puedan superar las normas y reglas que limitan su empoderamiento, siempre respetando su derecho a la autodeterminación, reconociendo el trabajo reproductivo que desarrollan, garantizando su participación en espacios de tomas de decisión, facilitando su acceso a bienes y a propiedad, y fortaleciendo sus liderazgos y procesos asociativos.

Construyamos propuestas que respondan a sus necesidades e intereses específicos que cuenten con un enfoque interseccional, que tome en cuenta aspectos culturales, de genero e intergeneracional, para potenciar su significativa contribución a la sostenibilidad de los sistemas alimentarios indígenas y al desarrollo socioeconómico de sus familias y sus comunidades.

Finalmente, al diseñar políticas y programas sobre seguridad alimentaria, cambio climático y desarrollo rural para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es fundamental reconocer el valor de sus saberes, conocimientos y acciones para contribuir al desarrollo sostenible de comunidades indígenas y no indígenas, y asegurar su participación, sobre todo en los procesos de consentimiento libre, previo e informado.

La FAO seguirá respaldando el reconocimiento e impulso del rol de las mujeres indígenas para la transformación hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles, que conduzcan a una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor, sin dejar a nadie atrás.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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