Todo gobierno tiene problemas por resolver que se cuentan al por mayor, casi podríamos decir que existen (sin repetirse), al menos, uno por cada costarricense.
Es por eso que un buen gobierno debe categorizar y delegar las soluciones a estas dificultades, ojalá en sus primeros 18 meses de gestión, pues sino es prácticamente imposible que se pueda lograr respuesta a tiempo y con la eficiencia que se requiere.
Entendiendo que un presidente no puede ser el director de orquesta y el músico de cada instrumento al mismo tiempo, este costarricense electo por la mayoría de los ciudadanos que fueron a las urnas debe enfocarse en lo urgente, delegar las emergencias y responsabilizar en su cadena de mando la administración del país.
Hoy en día podríamos afirmar que al hablar de lo urgente tendríamos entre manos los temas relacionados con pobreza, desempleo, costo de la vida, atención fiscal, seguridad y corrupción.
Por “emergencia” podríamos entender los tópicos circunscritos a los ejes de salud, infraestructura, competitividad, conectividad, agricultura y turismo, mientras que, por “administración país” estaríamos anotando todos los demás temas que no por estar acá son menos importantes, pues se refieren a la atención diaria de un gobierno.
Claro está que esa distribución temática puede cambiar coyunturalmente, pero grosso modo esa es la lista a la cual un gobierno debería ponerle atención.
Visualizar esos niveles de interacción política permite tener Injerencia, eficiencia, eficacia y, sobre todo, resultados, es decir, se logra la tan anhelada visión hacia el desarrollo, que es lo que, al fin de cuentas, es la misión de todo gobierno y el anhelo de todo pueblo.
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