México y la cuarta transformación: la revolución silenciosa de un pueblo cansado

México vive una revolución impresionante y un terremoto político sin precedentes, que curiosamente la prensa convencional de Costa Rica ni siquiera menciona.

“Un fantasma recorre México, es el fantasma aniquilador de la clase política tradicional”.

En efecto, la nación azteca, poblada por millones de miserias, exiliados por la pobreza a otras naciones, dominada en el escenario político por la dictadura en democracia llamada PRI-PAN durante siete décadas, decidió poner freno a la “realeza” política y ha querido tomar en sus manos el destino de sus acciones.

¿Resultado? Según la #AMLOTrackingPoll, un ejercicio estadístico diario sobre la aprobación o desaprobación de la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador, realizado por Consulta Mitofsky de Roy Campos para El Economista, al día de hoy, el mandatario saliente registra un 63.3% de aprobación popular.

López Obrador transitó por varios partidos políticos buscando la presidencia de su país. No siempre le hicieron fraude, pero al mando de su agrupación MORENA, en las lecciones del 2018, les fue imposible arrebatarle el triunfo.

Y…allí se cuajó el acabose de los partidos tradicionales mexicanos: PRI-PAN-PRD, quienes vieron desarticulada su fuerza electoral severamente.

MORENA es más que un partido político, es una conjunción de fuerzas sociales que no permitirá ya el regreso al pasado de una praxis política mexicana recurrente en saqueo, asesinatos políticos, privilegios para minorías, manejo indecoroso de los poderes de la república desde Los Pinos, ni la violencia generalizada contra la clase trabajadora.

El pasado 2 de junio, los mexicanos fueron convocados a las urnas bajo la proclama oficialista de impulsar “La cuarta Transformación”, un paso decisivo impulsado por López Obrador para consolidar su proyecto político.

Y es “cuarta”, porque la preceden tres episodios icónicos en la historia del país: La Independencia, las Reformas impulsadas por Benito Juárez y la Revolución de 1917.

El pueblo respondió a este llamado dándole a la candidata oficialista Claudia Sheinbaum, la primera presidenta de México, un impresionante 59% de los votos, cifra jamás obtenida por ningún candidato del PRI ni con fraude incluido.

La patética opereta de la oposición llevó al impensado escenario que los otrora rivales a muerte PRI-PAN Y PRD se unieran en una coalición desesperada por atajar a la Sheinbaum. Obtuvieron una paliza sin precedentes.

Y para agravar la situación de la oposición política, los mecanismos creados por ellos mismos para repartirse la cámara de diputados y senadores a su antojo, gobernando a desparpajo (pensando jamás serían relegados al olvido de las urnas), les pasó factura, y MORENA logró la mayoría absoluta y calificada que le permite aprobar las leyes sin obstáculos baratos de los opositores.

Allí no termina el holocausto de la casta política agonizante.

Como si la mayoría calificada no bastase, se ha entronizado la figura política mas genial que haya observado en los últimos años: Gerardo Fernández Noroña, sociólogo, marxista, intelectual, devorador de libros y con un verbo incendiario que pasa demoliendo, un día si y otro también, las escaramuzas y pataleos de los escombros en la cuasi extinta fisonomía de los partidos políticos tradicionales mexicanos.

La Cuarta Transformación ha dado su primer zarpazo: la Reforma Judicial, uno de los cambios en la Constitución más importantes de la historia reciente del país. Una reforma judicial que pretende cambiar de arriba abajo el sistema de justicia, porque sencillamente, ahora, el nombramiento de jueces se realizará por elección popular y se decapita el círculo vicioso y las componendas políticas de quienes imparten justicia con los intereses de políticos aliados de las clases poderosas: se democratiza la impartición de justicia.

El impacto de Morena en la realidad mexicana es de tal alcance que ya dos ex presidentes han puesto pies en polvorosa a refugiarse en España (Salinas y Peña Nieto), Ernesto Zedillo se expatrió a Estados Unidos, y el calamitoso Vicente Fox, aúlla desde su rancho en Guanajuato pidiendo misericordia. De paso, a todos los ex mandatarios, se les quitó su pensión millonaria vitalicia.

Y la prensa no podía quedar fuera del bombardeo popular. Figuras serviles del sistema antiguo como Carlos Loret de Mola, Ciro Gómez Leyva, Joaquín López Doriga, Carmen Aristegui, Carlos Alazraki, Jorge Ramos, entre otros, (equivalencia de la prensa canalla tica), fueron despojados de sus privilegios económicos recibidos por décadas en gobiernos del PRI y el PAN, desatando su furia contra López Obrador, pero, ganando el desprecio de la audiencia, que por fin se vio representada por un presidente que no anteponía los intereses de la minoría sobre la expoliación de los pobres mayoritarios.

México es el vivo ejemplo de la decadencia de los partidos políticos en América Latina y el surgimiento de outsiders que saben interpretar cuáles son las dolencias de las mayorías y el anhelo de impulsar justicia social para los pueblos maltratados por una “democracia” acomodada a los intereses de las élites.

Como sentenció Noroña en su toma de posesión como presidente del Senado: “Que los partidos tradicionales, que traicionaron la esperanza de millones de mexicanos, vayan a buscar en el basurero de la historia y en el recodo de sus escombros, lo que queda de ellos, porque ya nunca volverán”.

¡Viva México cabrones!

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