No cabe duda que el ser humano ha venido evolucionando en cientos de años, siglos, a partir de la edad de piedra, la creación de las armas, que han generado su forma erguida de caminar, entre otros.
Posición física que se ha visto y se ve amenazada cada día más con el surgimiento ya de algunos años de medio electrónicos como lo son el uso de celulares, tabletas, relojes inclusive, que nos obliga a observar ya no de frente sino de forma inclinada cuyos ángulos oscilan – tomando al suelo como eje x, y nuestro cuerpo como eje y, para un ángulo de 90 grados – entre 89 a 0 grado, sin exageración.
¿Qué daño médico puede ocasionar en las personas, esta posición casi permanente en la vida cotidiana, prácticamente sin distinción de edad, aunque con mayor repercusión en los más jóvenes?
Indagando, investigando en la propia web encontramos la denominada neuralgia occipital, la cual se manifiesta con un dolor agudo e intenso en la parte posterior de la cabeza o el cuello, hecho que puede generar lesiones crónicas al mantener durante mucho tiempo el cuello extendido; a lo anterior se suman determinados vínculos de la neuralgia, con otras patologías como son: Osteoartritis, tumores en el cuello, enfermedad del disco cervical, inflamación de los vasos sanguíneos y diabetes. Otros daños en la salud también pueden ser: inflamación de los tendones y el síndrome del túnel carpiano, determinado por el uso excesivo de las manos al teclear.
¿Quiénes vienen siendo los más amenazados de todo esto? Los jóvenes que se desconcentran constantemente ante una pantalla pronta a iluminarse mostrando una imagen, un texto, una llamada en modo silencio, un simple comercial, donde ante cualquier modalidad o variante, genera que los mismos interrumpan lo que vienen haciendo ¿manejando un vehículo?, ¿en el refrigerio con las amistades o cena con la familia?, donde realmente en todos los casos – unos muy peligrosos como estar detrás de un timón – existe una falsa comunicación que abarca errores u horrores ortográficos, uso de iconos, textos que se interrumpen constantemente, que resultan insípidos, sin sabor alguno donde se pierden valores agregados ligadas a una real plática, como van desde los sentimientos que se expresan visualmente hasta el contacto físico, algo tan sencillo como un apretón de mano.
Situación mucho más dramática cuando la conexión se establece en un aula de clase – tenemos conocimiento que hay países del primer mundo que han prohibido el uso de celulares en los colegios – donde el docente debe hacer magia, para poder desarrollar sus actividades programadas donde incorpora herramientas tecnológicas inclusive en pro del aprendizaje, contrarrestando el uso inadecuado e inoportuno de dispositivos electrónicos digitales.
Es obvio que no podremos como personas en la vida cotidiana – y posiblemente más en un futuro a corto y mediano plazo – contrarrestar la tecnología, pero si debemos pensar en cómo regularla, como hacerla oportuna para el momento oportuno.
A pesar de que muchos medios – celulares, tabletas, computadoras, relojes – nos han permitido reducir distancias, a través de una fría pantalla – elaborados para comunicarnos, realmente un mal manejo de los mismos nos están amenazando con la antítesis: la falta de la comunicación.
Según un estudio realizado por una empresa famosa de elaboración de software para medios tecnológicos, todos sus usuarios desbloquean sus celulares aproximadamente 80 veces al día. Lo que traduce a unas cinco horas “pegados” a la pantalla, entiéndase una vez cada doce minutos, esto sin contar las veces que desbloquean el celular solamente para mirar la hora o la fecha.
¡Realmente un escenario bien preocupante! ¿Estás de acuerdo con lo aquí plasmado?, ¿Cuál es tu experiencia como usuario?, ¿o cómo docente?
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