Me importa un pepino, dijo el señor presi

Lamentablemente al señor presidente le vale un pepino lo que estamos viviendo en el país, comer salteado, desempleo, la delincuencia y sobre todo la educación. Pero me pregunto dónde están los troles defensores de Chaves, que dicen que todo va por buen camino, pero para muestra un botón ni un solo proyecto avanza, ni la famosa ley Jaguar que ya se murió con el silencio del señor presidente.

La realidad es que el señor presidente olvidó el 80% de sus promesas de campaña, las famosas palabras PROMETIMOS Y CUMPLIMOS, pero me pregunto qué cumplió, el arroz más caro, los medicamentos más claros, el costo la vida más caro y para rematar SECTOR PÚBLICO olvidado hasta el 2028 para ver si les aumentan 1% todos los salarios congelados.

Este circo que vivimos con el Gobierno Chaves Robles, solo vemos lindos discursos, señalamientos para lavarse las manos de la falta de ejecución y las clásicas promesas que NUNCA se cumplen, un Gobierno sin capacidad de negociación política que no ha podido o no ha querido establecer un diálogo democrático; que ha demeritado las legítimas demandas de sectores sociales como el agro, las universidades y otros. Un Gobierno que ha gastado mucha energía en repartir responsabilidades, sin asumir las propias.

La preocupación más grande del presi es ser popular, diciendo me importa un pepino lo que digan de mí, pero como un líder va decir eso si toda idea cuenta y suma, al final todos levantamos una sola bandera y estamos para sumar nuestro granito de arena para sacar este país adelante, entre ellos los temas más importantes que tienen que ver son la comida, el trabajo, el estudio y la seguridad de nuestros hijos y nuestras hijas.

Para nadie es un secreto que la campaña electoral ya inicio, el presi sigue sin partido, pero su interés de salir bien en las encuestas de opinión es notorio porque muy pronto doña Pilar nos dará una sorpresa ya que les gusto el poder sin dar resultados, si su Gobierno no tiene una estrategia para crear más posibilidades de empleo; si no tiene un plan para rescatar a la educación pública, ni tampoco para combatir la espiral de violencia que azota a nuestro país, espero que los ticos abran los ojos, no podemos seguir llevando palo por un ser popular.

En resumen, estamos frente a un Gobierno que, con el pasar del tiempo, acumula una serie de promesas democráticas sin cumplir en detrimento de la población costarricense, la que más cólera me da y sigue una de esas promesas sin cumplir es el costo de la vida. Con bombos y platillos la Presidencia de la República anunció un crecimiento económicos y que los ticos vivirán mejor, pero más allá de ese dato, los costarricenses no percibimos esa mejoría en el día a día, ni lo vemos reflejado en el precio de las cosas. Lo que sí se nota es que nuestro poder adquisitivo es limitado, que tenemos menos capacidad de ahorro y que nuestro patrimonio se reduce poco a poco. En pocas palabras seguimos comiendo salteado y eso no es justo.

Yo me pregunto: ¿Qué ganamos con tener una baja inflación si la tasa de desempleo se mantiene alta? ¿De qué sirve tener oportunidades de inversión, sino tenemos educación?

Quiero cerrar mencionando que existe más de 900.000 personas que tienen un empleo informal; es decir, sin acceso a la seguridad social, sin ingresos fijos, sin acceso al crédito, sin reconocimiento de sus derechos laborales y en muchas ocasiones trabajando en condiciones precarias que ponen en riesgo su integridad, este gobierno se olvidó de los emprendedores y se enfocó en las grandes empresas, que lástima que se enfocados en hacer al rico más rico y al pobre más pobre.

Por lo tanto, “es imprescindible diseñar e implementar una política nacional de empleo, con enfoque territorial, de género, jóvenes y de baja escolaridad, que trascienda los períodos gubernamentales y que logre conectar a las personas con las oportunidades laborales.” Esto para volver a mirar a las zonas más vulnerables del país.

Con absoluta vehemencia le invito, señor presidente, a buscar un adecuado equilibrio entre lo social y lo fiscal, ya que sobre ese delicado balance descansa la paz social de Costa Rica.

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