Esta es una de las grandes interrogantes que involucran al país en la actualidad con respecto a la discusión nacional que, si entre más partidos políticos exista, hay mayor democracia. Que gran dilema.
Desde 1948 en Costa Rica ha existido ese constante interés en la variedad de representación parlamentaria, e incluso desde los años 70s, se empiezan a mostrar los primeros indicios que se convirtieron en antecedentes de lo que hoy llamamos en nuestro país, el “multipartidismo”.
A partir de los años 70s se empieza a gestar un cambio de paradigma en el modelo de representación parlamentaria y se empieza a cuajar el fenómeno sociopolítico que vivimos en la actualidad. Específicamente en el periodo de 1974-1978 se puede concluir que es una de las Asambleas Legislativas con mayor diversidad partidaria, representando en el congreso a 8 diferentes fracciones. Hay que recalcar que muchas de estas representaciones en su mayoría eran muy pequeñas, ni siquiera sobrepasando la cantidad de 5 diputados.
Desde 1978 hasta 1998 hubo 2 décadas en donde la representación partidaria se dividía entre 5 fracciones, fracciones más fracciones menos. No es hasta las elecciones de 1998 en donde Miguel Ángel Rodríguez asume la presidencia que la representación partidaria asciende hasta 7 partidos políticos diferentes en el cuatrienio parlamentario.
Estas elecciones marcarán un antes y un después y serán el inicio de un fenómeno multipartidista que empezará a padecer nuestro país. En el periodo del 2002 aparece el PAC con Otton Solís y este último, empieza a gestar un desgaste del sistema bipartidista que se turnaba variablemente le poder.
A partir del 2006 Costa Rica empezará a contemplar múltiples representaciones de partidos políticos de diferentes corrientes. Ideologías y formas de pensamiento las cuales creían que era lo mejor para Costa Rica. Ese mismo año la Asamblea Legislativa estuvo conformada por 8 partidos políticos, el siguiente periodo 2010-2014 se mantendría la misma cantidad, variando ligeramente la cantidad de diputados por partido político, también se observará la salida de uno y la entrada de otras agrupaciones.
Para finalizar este prólogo histórico-partidista de nuestra nación, la Asamblea Legislativa del 2014 será la Asamblea con el mayor número de partidos políticos representados en la historia de nuestro país desde la creación de la segunda República. El fenómeno que vino padeciendo el país desde los años 2000 con la crisis del bipartidismo, ha generado en nuestro país que se refleje una mayor pluralidad partidaria y fragmentación electoral.
Ahora, dicho esto, la pregunta es, ¿A quién beneficia este fenómeno multipartidista?
Bueno, la respuesta puede ser múltiple. Considero que los mayores beneficiados de este fenómeno son los partidos pequeños y nuevos, debido a que en el inconsciente social de la población costarricense no existe evidencia alguna de que les hayan fallado con promesas que no se cumplieron o se hayan visto involucrados en casos de corrupción. Además, que les permite generar en la población el “beneficio de la duda” sobre si podrían ser una opción viable y podrían gobernar correctamente el país. Por otro lado, sin duda alguna los mayores perdedores son los partidos políticos tradicionales que, más allá del desgaste partidario y reputacional al que se enfrentan, padecen un desgaste de marca que les está cobrando cada vez más, menor representación parlamentaria y mayor tiempo sin gobernar desde el ejecutivo el país.
Ahora, con respecto al fenómeno socio-político que está sucediendo no solo en nuestro país sino en toda la región latinoamericana sobre la personalización de la política, nos tenemos que enfocar en la pregunta inicial del análisis; ¿Más partidos políticos es sinónimo de más democracia?
Bueno, considero que no necesariamente. Según lo que he visto y analizado en otros países con fenómenos partidarios similares, es una práctica que se viene realizando en la última década del presente siglo. Lo considero más bien un fenómeno de la democracia misma, que le permite a una minoría, interponer sus intereses partidarios o específicos por encima de los de la mayoría; es decir, son una mayoría minoritaria.
Personalmente, no considero que sea viable que existan muchos partidos políticos, y no porque no quiera que exista diversidad partidaria, sino que los partidos políticos dejan de ser organizaciones que generan pensamiento y una visión país sobre cómo resolver los problemas y se convierten más bien en una plataforma calculadora que la utilizan algunas personas para satisfacer sus vanidades más íntimas y personales que pueda tener un ser humano.
Partidos políticos de garaje les llaman algunos. Organizaciones que se crean a raíz de un interés personal de querer ser diputado o presidente del país y no para resolver los problemas de este, partidos políticos de nicho que se mantienen vivos por una secta ideológica y partidaria que los une, pero en el que no hay espacio para diferir en pensamiento.
Algunas personas dicen que el país está unido y otros que está polarizado, sin embargo, yo veo un país con una sociedad que pareciera, que entre mayor oferta y diversidad electoral, mayor padecen la enfermedad del abstencionismo y desinterés de la política ya que los tiende a confundir y sobre estimular con diversas posibilidades. Cuando en la teoría hay muchos partidos políticos que se parecen en pensamiento e ideas, cuando se lleva a la práctica se dividen en pequeñas y diversas representaciones.
Un ala liberal con los partidos Liberal Progresista, Unidos Podemos, Avanza, y un PUSC que le da miedo encasillarse ahí, un ala de izquierda progresista con el Frente Amplio, Acción Ciudadana (Agenda Ciudadana, Agenda Democrática Nacional), Partidos de los Trabajadores, Esperanza Nacional y un Liberación Nacional que nadie sabe qué representa o qué ideología partidaria tienen pero que algunos representantes del partido se tornan progresistas. Un movimiento Rodriguista que encabeza Pueblo Soberano, pero en el que también están Aquí Costa Rica Manda, CR1, Esperanza y Libertad y Motiva que no se encuentra en campaña electoral. Partidos que sirven como franquicia o taxi como lo son el Partido Integración Nacional, Nueva Generación, Progreso Social Democrático, Partidos que nadie sabe qué representan como lo son Unión Costarricense Democrática, Justicia Social Costarricense, Centro Democrático Social y por último, un partido de corte religioso y con un ligero aroma de vanidad, Nueva República.
Aun no comprendo cómo la existencia de partidos políticos tan parecidos y compartiendo el puesto de ser oposición, ninguno ha tenido el valor o la inteligencia emocional de formar una coalición, y no para fines de supervivencia o de imagen como lo hizo el PAC sino realmente para unir fuerzas e interponerse frente a un fenómeno 100% personalista como lo es el Rodriguismo.
“La política refleja el ego del cual el ser humano sigue siendo prisionero”
¿A quién beneficia esto? Teniendo en cuenta que los partidos tradicionales que representaban el bipartidismo son la minoría más grande frente a un fuerte y nutrido abstencionismo, son a ellos a los que beneficia. Las últimas elecciones hubo casi un 50% de abstencionismo e imaginando un escenario en donde la mayoría opta por no votar y abstenerse, son los partidos tradicionales los que disfrutan de ese virus que padece nuestra sociedad democrática.
No considero que entre mayor diversidad partidaria seamos más democráticos, lo percibo más bien como un portillo legal que les permite involucrarse a un número muy pequeño de personas optar por una candidatura a diputación con el fin de interponer sus intereses y no más que eso.
¿La solución? No sé si mayor número de firmas para crear partidos políticos, mayor rigurosidad para activarlos, no sé si más trámites para presentar la constitución de estos, pero, qué difícil es encontrar un punto medio en una sociedad egoísta y desinteresada, en el que cada uno vela por sus propios intereses y no hay nada más que los una. No es hasta finales de enero en donde cierta parta de la población se interesan e investigan quiénes son para decidir.
La solución no son más partidos políticos, es fortalecer los que ya tenemos, agrandarlos, convertirlos en lo que el Legislador quiso, una plataforma que genere pensamiento crítico y formas de ver el mundo, organizaciones que propongan ideas para resolver los problemas que padece el país y abrirse paso a poblaciones nunca antes conectadas que no tenían nada que los uniera. El país no está para mayores separaciones, está para dialogar de forma constructiva y que nos lleve a cada uno de los costarricenses, a un futuro mejor.