Los pobres urgen de más empleos

» Por Luis Fernando Allen Forbes - Director ejecutivo Asociación Salvemos El Río Pacuare

La pobreza que se ve en nuestras calles, comunidades, y barriadas ha tenido un crecimiento vertiginoso que se mantiene más o menos oculta en nuestras ciudades y pueblos, lo que supone un problema esencialmente de prioridades políticas.

En realidad no es una cuestión de recursos sino de prioridades y, por tanto, es un hecho político que exige una respuesta ante el fracaso del estado de bienestar, en donde la pobreza deje de ser una categoría social o una patología personal.

Se trata más bien de enfocar la pobreza integralmente y buscar su prevención, otorgando las posibilidades reales que tienen las comunidades organizadas de gestionar los recursos para mejorar la calidad y condiciones de vida en sus comunidades.

No cabe duda de que los pobres podrían emerger mayoritariamente de su situación si se produjera un replanteamiento de los objetivos prioritarios de la sociedad. En este sentido la primera exigencia es que nadie quede en situación de pobreza, de manera que el sistema asistencial fundamentado en la promoción social y humana llegue a todos.

En este nivel, la solución requiere de un replanteamiento más a fondo, a otro donde la misma sociedad genere mecanismos de recuperación social, porque dispone de una cuota alta de capital social, que es la existencia de una comunidad organizada, responsable y progresista.

Si el procedimiento de transferencia de fondos se simplificara y los recursos quedaran en manos de la propia sociedad vía desgravaciones, las familias, las comunidades y las empresas podrían decidir dentro de un mínimo de condiciones, en qué se aplican sus recursos.

Este proceder tendería a suprimir muchas ONG´s creadas bajo el paraguas de la subvención pero sin capacidad propia para generar recursos, y favorecería aquellas otras que realmente son conocidas por sus obras hacia los más necesitados.

Tampoco se hará nada mientras la pobreza sea vista como una cuestión que se trate en los “márgenes” de la sociedad por la vía de la asistencia social, en lugar de verla como lo que es: una cuestión central, porque significa una vulneración de los derechos humanos y, consecuentemente, requiere de una respuesta global, que evite la condición de “pobre”.

Este cambio político necesita de un sujeto capaz de promoverlo junto con los propios pobres, dado que éstos, por ellos mismos, no se encuentran todavía en condiciones de hacer prevalecer su peso político en el sistema.

Esta claro que sin la presencia de algún tipo de movimiento más plural y transversal lo suficientemente fuerte para situar en la agenda política la atención y prioridad de los pobres y la conversión de este problema en un tema central.

Finalmente, no hay avance mientras la respuesta a la pobreza esté fundamentada en su mera gestión o al trato de las patologías aisladas, en lugar de evitar las causas que la producen y educar a los pobres en la inclusión social y política

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