“En las grandes cosas los hombres se muestran como les conviene mostrarse. En las pequeñas como son”.
Las personas oportunistas, vividores y calculadores son una constante en todos los ámbitos de la vida: el trabajo, las relaciones afectivas, etc. pero donde más se da este fenómeno, es en la política. Porque ésta presenta particularidades, que le favorecen para mostrarse.
Sin embargo, eso no significa que no podamos identificarlas, para tratar que su influencia no se vuelva dañina.
Esta reflexión está orientada principalmente, hacia el oportunismo en el ámbito político.
En nuestros días y especialmente en los cercanos al proceso eleccionario, comienzan a arribar a nuestros pueblos una serie de personajes, que se nos habían perdido de vista; creíamos por un momento que ya no existían en el firmamento político. Que por cierto muchos pueblos han sido víctimas de este accionar a lo largo del tiempo.
Cada vez abundan más los calculadores en este período electorero, se hacen visibles y comienzan a afinar sus estrategias para alcanzar sus mezquinos intereses personales; que pobreza intelectual y de espíritu.
El hombre oportunista es aquel que aprovecha las circunstancias en beneficio propio, sin considerar los valores éticos ni el impacto que sus acciones tienen en los demás. Este comportamiento los convierte en alguien calculador, dispuesto a sacrificar relaciones o principios por obtener ventajas.
Se define también como aquella persona que identifica el momento preciso para acercarse a las personas y lograr lo que quiere o la meta que se ha trazado, sin importarle que afecte a otro. Para que nos quede más claro, los oportunistas son personas mediocres, calculadoras, hipócritas y mentirosas que viven de las apariencias. Como se desprende de la anterior definición el oportunismo es propiciado por la mismas organizaciones o ámbitos donde se desenvuelven, fomentando la mediocridad y ya conocemos los resultados obtenidos por estas personas cuando alcanzan sus metas.
Este tipo de persona, como practicante de la política se le olvida que ésta le está reservada a aquellos que sienten una profunda pasión y vocación por el servicio hacia los demás.
También que la verdadera ganancia no está en lo inmediato, sino en vivir de acuerdo con los principios.
Para las personas que de alguna manera nos toca convivir con los oportunistas debemos aprender a identificarlos, señalarlos y evitarlos.
Relativamente, es fácil su identificación y caracterización; son aquellos que se muestran como:
- Desleales: Cambian las alianzas según les convenga, sin mostrar un compromiso real.
- Manipuladores por excelencia: Usan a las personas o situaciones para obtener beneficios inmediatos.
- Cortoplacistas: Su visión se limita a aprovechar el momento, sin importar las consecuencias futuras de sus actos.
- Ausentes de principios: No tienen un código moral sólido, lo que lo hace impredecible en lo moral pero sí en lo inmoral.
- Sumamente superficiales: Pueden ser persuasivos para ganar confianza, pero solo mientras le sea útil.
Es importante estar alerta sobre el acercamiento de esos individuos, ya que son pocos solidarios y cuando dan determinada ayuda o cooperación, lo hacen con el interés de obtener una recompensa posterior, porque si da algo es cambio de algo pero en mayor proporción. No son amigos de nadie, su común denominador es sacar beneficio propio al máximo en detrimento de los demás. En buena teoría los vividores no deberían tener cabida en la política, porque ésta está planteada para estar al servicio de los demás; pero precisamente ahí es donde está el ardid, hacerse pasar como aquel que quiere el beneficio de los demás y su primacía está, en sus objetivos personales.
¿Cómo evitarlos ?
- Identificando sus patrones: Observa cómo actúan cuando algo ya no le beneficia.
Siendo cautelosos: No compartas información o recursos que puedan usar en tu contra.
c. Estableciendo límites claros: No permitir que nos manipulen o se aprovechen de nosotros.
d. Valorar nuestros principios: Mantener nuestra integridad a toda costa.
El oportunismo político es el más común en nuestros días, donde gente sin historial, sin militancia reconocida, sin sacrificio alguno, sin haber agotado tiempo productivo en los partidos, sin un trabajo significativo y sin compromiso real con la causa o con éste, logran escalar robándole el espacio a los demás, pasándole por encima al esfuerzo ajeno.
El oportunismo ha tenido un crecimiento vertiginoso en los últimos años, producto del desastre moral de las sociedades modernas, en las que se promueven los anti valores, de lo cual se benefician. Claro está, los oportunistas y arribistas terminan por hacerse conocer de todo el mundo, por eso, a la larga, producto de sus constantes y pronunciadas deslealtades, terminan siendo rechazados por la misma sociedad que los encumbró.
El oportunista olvida que la verdadera ganancia no está en lo inmediato, sino en vivir de acuerdo con los principios. Como decía Marco Aurelio: “Lo que no es bueno para la colmena, no es bueno para la abeja.”
En conclusión, la gente aprovechada siempre estará presente en la política y en nuestras vidas, por lo que es importante estar alerta y no confiar en cualquier persona que se nos presente. Siempre buscarán una manera de obtener beneficios a costa de los demás, sin importar las consecuencias. Esto se refleja en frases como “siempre hay un tonto dispuesto a pagar” o “el vivo vive del bobo”.
Es importante tener cuidado y estar alerta ante este tipo de personas, ya que pueden causar daños tanto emocionales como económicos. No se trata de desconfiar de todo el mundo, pero sí de tener un criterio claro y no dejarse engañar fácilmente.
En definitiva, no hay que ser ingenuos ni creer en todo lo que se nos dice, especialmente si viene de alguien que parece estar más interesado en sacar provecho que en ayudarnos.