Por vocación a los médicos nos toca tratar a pacientes de todo tipo. Desde personas con un coeficiente intelectual muy alto, hasta personas con discapacidad intelectual. Desde personas que viven en la opulencia hasta personas de muy escasos recursos económicos. Desde artistas, personas con una gran creatividad, hasta personas muy estructuradas y hasta obsesivas con el orden, sin dejar espacio a la espontaneidad.
No hacemos ningún tipo de acepción de personas, porque todas tienen una idéntica dignidad. Vale lo mismo una persona adulta mayor con demencia senil que una persona recién nacida o en estado embrionario, que todavía no pueden hacer uso de su capacidad racional. No preferimos a nadie… pero eso sí, nos despierta un enorme sentido de responsabilidad cuando tenemos que tratar con una persona vulnerable.
Cuando se habla del problema del aborto nos encontramos precisamente ante personas con una enorme vulnerabilidad. Por una parte, la mujer con un embarazo en crisis, y por otro una persona en estado embrionario o fetal: inocente, pequeña y débil. ¿Qué hacemos los médicos ante estas dos personas? Nuestra vocación nos llama a poner todo nuestro empeño en ayudarlas, a curarlas, a salvarlas.
Por supuesto que la mujer gestante y el ser que está dentro de ella tienen el mismo valor y la misma dignidad, porque son igualmente humanos. Como dicen los textos de embriología, como el Moore: “El desarrollo puede ser dividido en periodo prenatal y otro posnatal, pero es importante entender que el desarrollo es un proceso continuo, que comienza cuando el óvulo humano, procedente de una mujer, es fecundado por un espermatozoide procedente de un varón.”
Se trata de un nuevo proceso humano, porque el cigoto ya no se comporta como un óvulo o un espermatozoide, sino como un nuevo ser, y perteneciente a la especie humana.
Algunos afirman que hay que reconocer que el embrión humano está vivo pero que no es persona porque no tiene racionalidad, ni libertad, ni creatividad. Pero ¡los médicos atendemos a tantas personas que no tienen estas características!, ¿Quién de nosotros se atrevería a afirmar que un recién nacido o que un adulto mayor que sufra la enfermedad de Alzheimer en estado avanzado no son personas?. Ellos tampoco tienen uso de razón, ni tienen libre albedrío ni son muy creativos. El médico llega a la conclusión de que, dejando ideologías baratas de lado, hay igual número de definiciones del término “persona” como seres humanos hay. Es decir, cada uno de nosotros –seres humanos- tenemos una forma distinta de ser personas. Cada persona expresa de un modo maravilloso y una manera distinta de tener la misma dignidad.
Ante una mujer gestante y la que está dentro de ella, sentimos la misma responsabilidad y expresamos nuestra vocación de servicio.
Ahora bien, lamentablemente hay situaciones dramáticas en las que no podemos salvar las dos vidas, por ejemplo, ante un embarazo ectópico o eclampsia, en quimioterapia el médico oncólogo sabe qué hacer en casos de un tumor que amenaza la vida de la madre y actuará previo consentimiento informado de la mujer. En esos momentos hacemos un enorme esfuerzo por ayudarles a ambas. En algunas situaciones adelantamos el parto para resolver el problema de la mujer gestante, y es posible que el neonato no logre sobrevivir, pero habremos hecho nuestro mayor esfuerzo.
En este contexto se entiende el artículo 121 del Código Penal, que dice que no es castigable el delito del aborto cuando se ha hecho con el fin de evitar un peligro para la madre y éste no ha podido ser impedido por otros medios. Los médicos tratamos de evitar el aborto por todos los medios, pero cuando ya no es posible y tenemos dudas, siempre llevamos el caso a una Junta Médica para tomar la mejor decisión al respecto.
Ahora aparecen los que anuncian una Norma de Aborto Impune, según ellos para reglamentar el artículo 121 del Código Penal. Por cierto, ¿también van a reglamentar la aplicación de los atenuantes de los otros delitos del código?, ¿también nos va a decir a los médicos las condiciones en que tenemos que hacer una amputación, retirar una sonda o el respirador artificial a un paciente?
Los médicos no ocupamos una Norma de Aborto, porque la legislación es clara y de hecho todos los años se practican abortos en nuestros hospitales, que son delitos impunes para poder salvar la vida de la madre. Los que quieren la norma de aborto son otras personas, movidas más bien por intereses ideológicos, que desean que se hagan más abortos de los que se hacen para salvar la vida de la madre. Quieren el aborto por causas psicológicas, psiquiátricas y hasta sociales. Y en el fondo, quieren el aborto por cualquier razón.
Ante esta situación no dudo en afirmar que ante un embarazo en crisis lo que se requiere es una guía de atención a las mujeres con dificultades en su embarazo, para que reciban la mejor atención posible, con un acompañamiento que les permita optar por su salud, respetando la vida de la persona que llevan dentro. Con más razón cuando el ser que está en el vientre tiene problemas de salud, incluso malformaciones; pero ese ser tiene dignidad y si vive solo unos minutos, tiene derecho a que se le dé lo mejor y si muere aunque sea poco tiempo después de su nacimiento, la madre sepa y sienta que ella hizo lo mejor, que le dio todo su amor. Y pueda hacer duelo y llorar, y sanar el dolor de un hijo o hija que ha muerto.
Llorar. Hay gente que se imagina que los médicos no lloramos, que somos como robots, inertes y fríos. Déjenme decirles, que en lo personal lloraré en mi corazón por la muerte de cualquier ser humano. Lloraré de tristeza, de emoción, y de asombro. De tristeza porque ya no estará con nosotros. De emoción porque la persona trasciende hacia el infinito. Y de asombro porque un destello maravilloso de luz se apagado frente a mis ojos.
Ser humano, paciente, persona… de cualquier condición o edad… a mí como médico me toca entregarme con profundo respeto, cariño y hasta con devoción. ¡No permitiremos que las ideologías mancillen tanta dignidad!
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