Un grupo importante de costarricenses que laboran en la función pública, no están de acuerdo en la reducción a sus pensiones de lujo. Ya que consideran que es una violación directa a sus derechos, debido a que el tema en cuestión, se ha politizado en los últimos años y es utilizado por diferentes sectores político-sociales, para manipular a la opinión pública.
Sin embargo, los reajustes concernientes al régimen de pensiones de ésta naturaleza, deben realizarse considerando los diferentes aspectos que están en juego, como por ejemplo, la edad en la que se empezó a trabajar, el tiempo de servicio y cotizaciones hechas, sopesando ante todo que el Estado en algunos casos, ha sido saqueado por funcionarios inescrupulosos que han perdido la vergüenza y creen que sus privilegios desmesurados, están por encima de los derechos a un salario y pensión justa de todo trabajador.
Es necesario y sumamente apremiante que las remuneraciones y montos en las jubilaciones de los funcionarios del Poder Judicial, Recope, las universidades públicas, empresas e instituciones autónomas y semiautónomas del Estado, sean reevaluadas y en el caso específico de las universidades aún más, porque hasta el momento, no han sido expuestas como se debe, más allá de las denuncias hechas en el pasado, por alguno que otro diputado. Las cuales, por lo visto quedaron durmiendo en el sueño de los justos y ahora también, deberían de salir a la luz pública ante ésta crisis fiscal.
Porque dentro de los centros de estudios superiores de éste país, se debe predicar con el ejemplo y no ampararse en la autonomía universitaria, para defender lo indefendible que en todo caso seria, una serie de escandalosos y millonarios salarios, los cuales, evidencian la disparidad que existe en esas otras “costas tan ricas”, donde conviven sueldos y pensiones de lujo que no comulgan, con la ética y moral que debería profesar la Academia y menos, reflejan la conciencia social y humanista que tanto se defiende y promueve frente a sus estudiantes.
Así, podemos evidenciar que el problema de las pensiones de lujo viene desde muy atrás, y con esto me refiero, al ámbito de la enseñanza universitaria en donde se terminan de acuñar, los valores de muchos de éstos funcionarios públicos que en realidad, tienen derechos y también deberes como cualquier otro ciudadano, más allá del ejercicio de sus funciones, donde empezamos a percibir un doble discurso en la práctica que se muestra decepcionante e irracional, reflejando la otra cara de la moneda en materia salarial.
De ésta forma, al costarricense se le educa para no asumir una responsabilidad real frente a un Estado Social de Derecho que es sumamente caro de mantener, siendo criticado por muchos por ser patriarcal y benefactor, pero cuando se le exige a un sector privilegiado de la ciudadanía, tener conciencia social y asumirla en la práctica, entonces todos pegan el grito al cielo, exclamando que es un asunto de carácter “político”, cuando en realidad es un asunto de insostenibilidad financiera, ante el erario que pagamos algunos, y que de seguir así, conducirá al retroceso en las condiciones de vida de la población, por lo que hay que ser congruentes y asumir el conflicto socio-económico que nos embarga en éste momento.
Las luchas sociales por la reivindicación y protección de los derechos de las y los trabajadores, están muy bien y serán aplaudidas, siempre cuando, no justifiquen incrementar el déficit fiscal que tiene al punto de la quiebra a Costa Rica, ya que no es posible asumir una posición de indiferencia o estado de confort que incremente la disparidad social y además, juegue a los dados con las arcas del Estado, como si no hubiera un mañana que heredarle a las futuras generaciones.
Costa Rica necesita que todos aportemos, no solo trabajo sino también, responsabilidad económica desde los diferentes estratos sociales que conforman a ésta Nación, ya que si analizamos las razones por las cuales, se pretenden afectar estos patrimonios privilegiados de que gozan algunos, es porque son insostenibles en el tiempo. Y menos incrementando las cargas sociales a otros que no disponen, ni disfrutan de las condiciones mínimas de vida, gracias a salarios de hambre que no les permiten albergar un techo y alimentación adecuada.
Porque no importa cuantos escalafones hayan escalado, quienes en el transcurso del ejercicio público, se han logrado superar a sí mismos; esto no servirá de nada, si antes no dejan de creer que poseen, el derecho inalienable de abarcar el todo por el todo mismo…
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