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Las faltas de promesas del Gobierno Chaves Robles, nos lleva a ver alternativas de cambio moderno en la política costarricense

El panorama político de Costa Rica se encuentra en un momento crucial. A medida que nos acercamos al final del actual período gubernamental, es imperativo reflexionar sobre las alternativas que pueden llevar a una transformación real en el país. Las nuevas generaciones están reclamando un espacio en la toma de decisiones y una visión más moderna y dinámica para enfrentar los desafíos que nos atañen, especialmente en el ámbito económico.

El impacto de un gobierno populista ha dejado huellas profundas en nuestra sociedad. Las promesas excesivas y la falta de planificación han llevado a una creciente desconfianza en las instituciones y a una gestión económica deficiente. Este contexto ha subrayado la urgencia de un relevo generacional que no solo sustituya a los líderes actuales, sino que también proponga un cambio de enfoque en la política, priorizando la sostenibilidad y la inclusión.

La juventud costarricense, empoderada y conectada, exige un cambio en la forma en que la política tradicional se ha llevado a cabo. Este clamor no es solo una cuestión de representación, sino una llamada a la acción para implementar políticas que fomenten la innovación y el emprendimiento. En un mundo cada vez más competitivo, es fundamental que la política responda a las necesidades de una economía que demanda flexibilidad y adaptabilidad.

Una de las principales áreas a abordar es el apoyo a los emprendedores. Las políticas públicas deben enfocarse en crear un ecosistema que facilite la creación de nuevas empresas, priorizando el acceso a financiamiento, la capacitación y la reducción de la burocracia. Proyectos que promuevan la digitalización y la sostenibilidad pueden ser catalizadores para la reactivación económica. Las iniciativas que integren tecnología en sectores tradicionales, como la agricultura o el turismo, no solo modernizarían estas industrias, sino que también generarían empleo y mejorarían la competitividad.

Además, es vital involucrar a las comunidades en la formulación de políticas. Las consultas populares y la participación ciudadana pueden ser herramientas efectivas para asegurar que las decisiones políticas reflejen las necesidades de todos los sectores de la sociedad. Este enfoque inclusivo no solo fortalecerá la democracia, sino que también generará un sentido de pertenencia y responsabilidad compartida.

A un año de culminar el gobierno actual, es una oportunidad para que los líderes escuchen y actúen con la visión de las nuevas generaciones. La reactivación económica no debe ser un mero objetivo, sino un compromiso que involucre a todos los actores sociales, desde el gobierno hasta los ciudadanos. En este sentido, la política debe ser un motor de cambio y no un freno, alineándose con las expectativas y aspiraciones de un pueblo que busca un futuro más próspero y equitativo.

En conclusión, la política costarricense tiene la oportunidad de reinventarse. Al integrar la voz de los jóvenes y fomentar un entorno propicio para el emprendimiento, se puede construir un futuro más sólido. Este último año de gobierno debe ser un trampolín hacia un cambio significativo, donde la innovación y la colaboración sean las bases de nuestra reactivación económica, rompiendo así el ciclo de daño que el populismo ha dejado en su camino.

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