En la encrucijada del destino y a la sombra de un Guayacán; unos niños indígenas quienes no tenían nada, se toparon con un niño bueno que solo, sin hablar mucho; a uno de ellos le regaló una bicicleta nueva, un pajarillo metiche; oyó decir: “Yo impulso” de la boca de Andrey Fonseca, un niño súper- bueno que junto a otros ha emprendido una campaña exitosa para que cada güila aborigen no camine cuatro días para llegar a su escuelita, sino que lo haga a caballo de su vehículo de hierro, sin olvidar de que existen otros chiquitos que se preocupan por ellos que viven lejos por antonomasia.
Viene a colación para la señora Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, líder guatemalteca de la etnia Quiché de aquel país donde su congéneres, son discriminados sin piedad y en una elección del pasado logró sólo un cinco por ciento de miserables sufragios.
Ojalá que los niños ciclistas de ahora; a bordo de sus flamantes automóviles de su futuro vayan a visitar a los viejos sabios de la comunidad y; les recuerden con todo el respeto que se merecen, que las luchas intestinas de los grupos de la misma raza, no conducen a nada bueno…
Cabe resaltar; que al menos en esta Navidad, estos niños ya recibieron un gran estímulo para estudiar y; ante todo para soñar con un futuro mejor.
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