Por Luigi Rebecchi Pannelli
En el Policlínico Gemelli de Roma un psiquiatra está dedicado a estudiar y curar a las jóvenes y a los jóvenes adictos a las computadoras, quienes luego de cumplir con sus necesidades biológicas; ocupan días y noches de sus vidas frente a los aparatos, las especulaciones son muchas; desde el abandono de sus padres, a la falta de trabajos y al atractivo del mundo de la cibernética; que les ofrece un aliciente distinto a la realidad que quieren evadir; por tanto no desean estudiar como tampoco dedicarse a las artes; las malas lenguas los tachan de vagabundos junto a sus progenitores quienes con la disculpa de la “compu” se desinteresan de ellos y de sus problemas.
La mencionada premisa constituye una preocupación que no hace feliz a nadie, mientras que a nosotros nos hace dichosos y nos reconforta el hecho de ver a un humilde estudiante del campo de Costa Rica, montarse en el lomo de su yegua, con su mochila a cuestas y ser despedido por su madre y el perro de la casa, para endilgar su camino muy poco transitable hacia su escuelita lejana, simplemente es algo conmovedor y ¡basta!