La Universidad Estatal a Distancia (UNED) en sus más de 40 años de existencia, ha impactado a la sociedad costarricense de muchas maneras. A través del inusual sistema de enseñar y aprender a distancia ha contribuido a la democratización de la educación, al mejoramiento de la calidad de vida, al desarrollo social, económico, cultural, entre un sinfín de aportes más. En particular, desde su origen a finales de la crispada década del 70, ha destacado a nivel nacional e internacional por su eficacia en facilitar la inclusión al sistema educativo superior y la movilidad socio-económica ascendente de grupos históricamente desasistidos, excluidos y exfoliados por algunos sectores hegemónicos.
Basta ir a cualquier lugar donde vayamos, para darnos cuenta, que en el imaginario costarricense, la UNED significa parte del paisaje humanizado y condición indispensable para toda persona que desee éxito y mejores oportunidades en su vida. Que más satisfacción puede tener como institución cuando se le reconoce su amplia proyección social y constante empeño en superar sus debilidades y consolidar sus fortalezas, con el fin de transformar con responsabilidad y sensibilidad la sociedad en que vivimos.
Por consiguiente, el arqueo concienzudo del quehacer Unediano en el marco inicial de un siglo convulso, sombrío y plagado de tanta anomia institucional, nos refiere a una universidad que se encuentra en constante revisión, tal y como lo ha realizado en tiempos de adversidad y bonanza del país. Con ese norte, ha demostrado credibilidad y efectividad para derrotar el escepticismo y los temores mal infundados; asimismo, en seguir ahondando en la concreción de una educación más justa y equitativa para todas las personas.
Aunque, no se pretende que miremos a la UNED como un puñado de actos de generosidad o propios de una institución de beneficencia a la cual debemos agradecer por lo que es su obligación hacer; si resulta importante mencionar la ratificación diaria que realiza del reconocimiento de Institución Benemérita de la Educación y la Cultura de Costa Rica que le fue otorgado hace once años. Naturalmente, el compromiso finiquitado por abandonar lo superfluo y el pragmatismo, para diluirse en las comunidades sin perder la esencia histórica de la institucionalidad universitaria, comprueba que sus aspiraciones plausibles siguen intactas y que su exitoso espíritu altruista es una verdad incuestionable.
Casualmente, ese vigor y capacidad sempiterna, le ha permitido establecer una dinámica, la cual ha provisto de respuesta pertinente y oportuna a sectores de la población que requieren y exigen, que les correspondan con procesos de formación académica contundentes. Con ese espíritu, la UNED ha surgido como la posibilidad educativa de nivel superior entre las que más ha formado durante décadas a miles de profesionales y que en cada periodo lectivo asume con pasión y seria limitación presupuestaria, la atención de cerca de 26 0000 estudiantes matriculados. No obstante, esto no ha sido pretexto para continuar aunando esfuerzos con otros sectores comunales para mejorar significativamente, competencias, programas y proyectos formativos acordes a las exigencias que requieren los nuevos tiempos. Claro está, manteniendo cautela de no caer en modas centradas solo en el crecimiento económico y la desmesurada tendencia a la especialización, ya que en caso contrario en su carácter de universidad pública se estaría procediendo en detrimento de áreas indisolubles y contrapuestas a la histórica misión institucional vinculada al concepto de conocimiento universal.
En general, la UNED ha mostrado extraordinaria capacidad, para desarrollar una oferta académica con formación integral en la que convive con atino, la fórmula donde se combina tecnología con diversidad de áreas del saber, en momentos que los buenos contenidos se tornan imprescindibles más que nunca. Basados en esa lógica de la actual sociedad del conocimiento, se preocupa por transmitir aspectos elementales que no pueden ser desconocidos por el estudiantado, a través de estrategias educativas y apoyos didácticos apropiados para la enseñanza a distancia. Para entender mejor esta ecuación, sirven las palabras de Motaigne …”no es crear cabezas bien llenas, sino bien hechas”; de este modo, se propicia y contribuye con sigilo, la formación de futuros profesionales aptos para interpretar la información necesaria; para reflexionar y reaccionar constructivamente ante los desafíos que exigen los problemas actuales del país, la región y de otras latitudes.
En el marco de esta cultura institucional emprendedora, son muchos los proyectos e iniciativas de docencia, extensión, investigación y producción de materiales didácticos, que la UNED ha concretado con amplio conocimiento social y humanístico. Bien con profesionales adaptables, versátiles y comprometidos con las comunidades afianza su protagonismo por los resultados elocuentes en el desarrollo de la sociedad costarricense. No es casual entonces, que el abnegado esfuerzo y liderazgo de funcionarios y amigos de la causa, constituya un referente de la gestión y producción de la Academia Pública que trascienden las fronteras nacionales. Sin duda, el ingente empeño demostrado en la búsqueda del buen desarrollo y puesta en marcha de programas funcionales y cercanos a la vida real a las comunidades rurales y vulnerables del país se torna encomiable y hasta imitable por otras entidades públicas y privadas, que pese mayores posibilidades y recursos han venido mostrando cierta incapacidad para satisfacer necesidades académicas demandadas por la población.
En congruencia con lo anterior y la línea histórica de trabajo movido por el profundo sentido social y humano, la UNED también, ha venido dando avances trascendentales en la atención concienzuda de la totalidad del universo de la comunidad estudiantil. Partiendo que nadie puede quedar al margen por omisión y mucho menos por falta de acción; se han producido acciones que la ha ayudado y significado, saldar una obligación ineludible de la academia con segmentos de la población que presentan necesidades educativas específicas, limitaciones y vulnerabilidades derivadas de las condiciones y circunstancias que les corresponde vivir.
Inspirados en la población objeto, se ha articulado esfuerzos con distintas entidades, para adaptar a las posibilidades de una formación sólida, contextualizada, integral y oportuna a la oferta académica; a través de estrategias didácticas sustentables se ha favorecido el acceso y permanencia en la educación superior a distancia de todas estas personas. Este compendio de acciones, plenamente reconocido, extiende y profundiza su presencia mediante sistema de becas con una cobertura nacional, tomando en consideración necesidades y realidades de estudiantes indígenas, con capacidades especiales, recluidos en los distintos Centros de Atención Institucional, entre otros.
Haciendo eco de lo anterior, por su función social, labor pionera en accesibilidad y cobertura territorial, entre un sinfín de resultados fehacientes y admirables en todo nivel, no es de sorprender los constantes créditos, galardones y honores, que le conceden a la UNED. Mismos que sirven de inspiración para continuar tan vigente y creíble en el concierto de instituciones de educación superior, pero también, que obliga a perseverar y profundizar el proceso democratización de la educación superior. Por consiguiente, a la luz de los once años de haber sido otorgado el máximo reconocimiento del Estado costarricense de Institución Benemérita de la Educación y la Cultura, resulta inaplazable para que siga vigente y prometedora, la revisión de los recursos tan limitados, desiguales y hasta arbitrarios que le son asignados en el Fondo Especial para la Educación Superior (FEES). Por sus acrisoladas virtudes la UNED se diferencia más por sus bondades que por errar, más por atender que por ignorar, más por cumplir que por faltar, más por incluir que relegar; pero sobre todo, más por convencer que decepcionar.
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