La pérdida del dividendo de la paz

» Por Christian Joneliukstis - Profesor Universitario MBA en Finanzas

A pesar de que durante el periodo de 1945- 2019 se presentaron en el mundo algunos conflictos armados aislados y localizados, la paz global permitió que el mundo experimentara un aumento de 250 veces en el volumen del comercio internacional, así como la aparición de una pujante clase media. Con la caída del muro de Berlín y el desmantelamiento de la Unión Soviética, se inaugura una época de reducción generalizada a nivel mundial de los gastos militares y por lo tanto se abrieron nuevas expectativas de inversión pública y privada. Con la guerra entre Rusia y Ucrania este beneficio conocido como el dividendo de la paz, parece estarse perdiendo especialmente en los países de Europa Occidental.

Dentro de la actual coyuntura geopolítica mundial, ha quedado claro quién es el principal enemigo de Occidente, o sea de Estados Unidos y la Unión Europea. Es Rusia, Putin y sus pretensiones de recuperar territorios que la Unión Soviética perdió luego de su desaparición en 1991. Según algunos analistas, la guerra en Ucrania es solo una de las pérdidas territoriales que Putin pretende recuperar. Es bien sabido que Putin desea fervientemente anexarse los estratégicos Estados Bálticos de Estonia, Letonia y Lituania. Sin embargo, los Estados Bálticos son miembros de la OTAN desde el 2004, lo que conlleva la obligación que tiene esta coalición militar de defender, no solo a estos países sino también, a todos sus miembros. Adicionalmente, Finlandia y Suecia han anunciado que solicitarán su entrada a la OTAN, ya que ven a Rusia como una amenaza cada vez más real a su integridad territorial. Finlandia y Suecia aumentarán los miembros de esta alianza de 30 a 32 miembros. Esta ampliación y fortalecimiento de la OTAN. es exactamente lo contrario a lo que Putin pretendía lograr al invadir Ucrania,

Esta tensa situación ha llevado a muchos países europeos miembros de la OTAN, a considerar seriamente un aumento de sus presupuestos de defensa, en franco detrimento de la inversión en otras áreas estratégicas. Es así como el domingo 27 de febrero el gobierno de Alemania, la economía más importante de Europa, anunció por medio de su canciller Olaf Scholz, en una sesión extraordinaria del Bundestag (Cámara Baja del Parlamento) la asignación de una partida extra de 100.000 millones de euros para modernizar el Bundeswehr (ejército alemán) y un incremento de la inversión anual en defensa de más del 2% del PIB.

Como parte de esta pérdida del dividendo de la paz, el 3% que la economía rusa representa en la producción mundial saldrá del intercambio comercial internacional, dándole un nuevo impulso a la desglobalización y los consecuentes efectos negativos en el volumen del comercio internacional. El efecto más notorio, debido a su impacto en los precios de prácticamente todos los productos y servicios a nivel mundial, es el aumento del precio del petróleo. Rusia produce el 10% de todo el petróleo del mundo, el cual ha salido de forma repentina del mercado mundial, haciendo que el precio del barril aumente por encima de los $100.

La oferta de trigo y maíz se reduciría significativamente al ser Rusia y Ucrania importantes productores de esos granos básicos, por lo que sus precios aumentarán en forma importante.

Así mismo lo harán los precios de los productos de origen animal, donde tanto el trigo como el maíz son importantes insumos en esa industria.

Una gran tarea que le queda pendiente a los países occidentales, especialmente Alemania e Italia, es eliminar o al menos reducir significativamente su dependencia de la energía proveniente de Rusia. Estos dos países, a pesar de la ola de sanciones, continúan comprando grandes cantidades de petróleo y particularmente gas natural a Rusia. La industria alemana depende fuertemente del gas natural ruso, por lo que cortar súbitamente el suministro significaría un impacto muy grande en su economía. Sin embargo, las alternativas energéticas como la energía solar, eólica, y mareomotriz están disponibles para sustituir los combustibles fósiles. Como siempre, de lo que se requiere es de visión y determinación política para implementar este importante cambio que permita solucionar esta peligrosa dependencia energética de Rusia. No es el caso de Francia que genera un 75% de sus necesidades energéticas por medio de energía nuclear, por lo que sus sanciones a Rusia han sido mucho más decididas y efectivas.

Al otro lado del mundo, China observa con gran atención lo que sucede con las sanciones y la reacción que Estados Unidos y la Unión Europea han tenido ante la invasión rusa a Ucrania. Los chinos están sorprendidos por la reacción tan rápida y coordinada de los países occidentales al imponer sanciones comerciales, financieras, junto a una importante ayuda militar que le han suministrado a Ucrania. El gran interés de China en la guerra de Ucrania se debe al reclamo territorial que viene haciendo desde hace bastante tiempo sobre la isla de Taiwán, la cual considera parte integral de la República Popular China. Ya China ha entendido que si le fuesen impuestas las mismas sanciones comerciales y financieras que le han sido aplicadas a Rusia, le harían un daño mucho mayor, debido a la muy diferente naturaleza de la economía china. A pesar de que el rublo ruso se ha devaluado un 40% con relación al dólar, del retiro de Rusia de casi todas las empresas multinacionales importantes y de la escasez de muchos productos debido a las sanciones, Rusia puede subsistir al menos por el futuro previsible, Esto es así debido a Rusia es una economía basada en la producción de commodities de primera necesidad como son los granos básicos, el petróleo y el gas natural. Este no es el caso de China que, al menos hasta ahora, es la fábrica del mundo y depende de sus exportaciones precisamente a los países occidentales. China depende de la importación de materias primas para abastecer su gigantesco aparato industrial, además de que necesita importar grandes cantidades de alimentos del resto del mundo. Es así como China debe pensarlo muy bien antes de emprender cualquier acción militar o invasión del territorio de Taiwán.

Costa Rica ha tenido, y afortunadamente sigue teniendo, su propio dividendo de la paz al haber abolido el ejército en 1948. Esto ha permitiendo invertir en salud, educación y en sus instituciones democráticas. Es momento de aprovechar, una vez más, la gran ventaja competitiva que significa la estabilidad política y social del país para atraer más inversión y turismo desde muchos lugares del mundo que hoy en día se encuentran en medio de una gran turbulencia geopolítica. Esperemos que el nuevo gobierno y la nueva Asamblea Legislativa, que inician funciones próximamente, tengan la visión y la determinación política para aprovechar esta gran oportunidad.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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