La pelea entre Roma y París

Los italianos y los franceses son considerados primos, pese a las peleas que con frecuencia se suscitan a causa de los migrantes, quienes a la postre pagan con sus vidas las consecuencias.

La última pelea con visos diplomáticos la causó uno de los vice premier Luigi Di Maio al reunirse con los chalecos amarillos en la Ciudad Luz, mientras que su pareja obligada, el otro vice premier quien cogobierna la península Matteo Salvini, tildado “el duce”, emitió un decreto de “seguridad” que lo único que provocó fue la inseguridad de los millones italianos y de emigrados residentes en el País.

Los dos líderes son de líneas políticas diametralmente opuestas, no obstante entre dimes y diretes; llevan a empujones la conducción de la nación, evitando los problemas sempiternos y apremiantes de los pobres y de los desempleados, aguardando ser electos en las próximas elecciones europeas, valga la redundancia, los desplantes que son “vox populi”; se deben solo a la política electorera.

Añoramos; más que una sentencia, algo muy real de la historia que reza: “Roma locuta, causa finita” que, más o menos significa: “Roma mandó y se terminó la pelea”.

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