Vivimos tal nivel de insurrección social que defender la vida se ha vuelto algo políticamente incorrecto. Sólo en la mente de feministas supremacistas, acabar con la vida de una niña de 6 meses de gestación -con una familia que ya ha ofrecido adoptarla-, puede ser considerado un derecho humano.
A esas feministas radicales no les interesa la menor violada ni el castigo para el violador. Lo único que les interesa es acabar con la vida en formación para sentirse “libres del patriarcado” que habita solamente en sus mórbidas cabezas.
La firma de la “norma técnica” es solamente un acto tras bambalinas promovido por el PAC y sus aliados, con el fin de poder garantizar los intereses de las transnacionales de la industria del aborto, como la Planned Parenthood, quienes además financian a estos colectivos feministas que han tomado fuerza en América Latina, especialmente en países como Argentina, y que ahora se están expandiendo a nuestro país por medio de la ideologización del aborto y la servidumbre del último y el actual gobierno.
En ese sentido, la implementación de la norma técnica mediante la firma del presidente Alvarado, dejará abierto lo que en derecho conocemos como “portillos legales”, para que, valiéndose de aspectos “psico-sociales”, más de alguna neofeminista, pueda solicitar a nuestro sistema de salud la realización de un aborto -pagado por todos nosotros- que será valorado por profesionales que ni siquiera pertenecen al sector médico, como trabajadoras sociales y personal técnico en esa área.
Las verdaderas feministas del siglo XIX y XX buscaban igualdad ante la ley, no privilegios por medio de ella. Ellas estarían llenas de vergüenza e ira al ver como desprestigiaron su movimiento.
Las rancias de hoy en día que chillan y se quejan del “maldito patriarcado”, irónicamente lo que buscan es ser unas parásitas mantenidas del Estado, empezando por que se les financie el aborto. Ese colectivo promueve el aborto a la libre únicamente para tener sexo sin responsabilidades.
Para quienes estamos en contra del aborto, un feto no es lo mismo que una persona. Lo tenemos claro. Pero es, en todo caso, una vida humana en formación, con características genéticas diferentes a cualquier otro tipo de organismo u organización de la materia viva, y por tanto su vida merece ser respetada y defendida.
Esta es una lucha que se ha convertido en algo políticamente incorrecto, y probablemente quienes defendemos la vida seremos -y ya estamos siendo- víctimas de insultos, ataques ad hominem, y toda clase de bajezas por parte de quienes, irónicamente, claman por “igualdad y respeto”. Pero la vida humana debe importarnos más que eso, y por eso debemos defenderla, porque la vida humana no se debate.
*El autor fue asesor en la Asamblea Legislativa y es un joven político.
—
Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, fotocopia de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr.