La traducción ampliada, al español de una locución latina: “Mater semper certa, pater semper incerto” reza así: “la madre que engendra a su hijo es siempre segura, mientras que el padre no lo es”; pese a la traducción algo pedestre, queda “Urbi et Orbi” sentado y sin la menor duda; que el recién llegado al mundo es hijo seguro de su madre. La sentencia viene a colación referente a la reforma que proponen en la Asamblea Legislativa las y los legisladores que dice textualmente: “al momento de nacer el hijo mayor, los padres pueden decidir ¿cuál apellido? llevará primero, ya sea el materno o el paterno…” (Sic).
Si la esencia de la moción se refiere al “machismo”, anteponiendo simplemente el apellido materno al paterno, no resuelve nada; puesto que se debe combatirlo con unas medidas más serias y contundentes. De llevarse a cabo la propuesta, provocaría un desbarajuste en el archivo del Registro Civil; en cuanto a la clasificación y el ordenamiento de las cédulas de identidad, que resultarían pertenecer unas a los ciudadanos con los apellidos de antes y otras a los asignatarios posteriores de la reforma, por consiguiente tendríamos; pese a ser iguales, unos ciudadanos con filiaciones de orden distinto.
Sin embargo; lo más importante, ocasionaría un gasto oneroso la variación, en un país como Costa Rica que no nada en la opulencia. La “novedad”, a nuestro ver; no es urgente y menos lógica, cuyos promotores están gastando el tiempo en una posible ley sin trascendencia; con el dinero de los contribuyentes, en lugar de dedicarse a proponer leyes y aprobar; por ejemplo, el préstamo muy necesario de la remodelación del Teatro Nacional, etc.
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