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La moda y las tecnologías nos cambian

Hay quien considera que la moda cumple con un ciclo en cuanto a vestuario en general que retorna aproximadamente cada 50 años aproximadamente y para ello les cito una pieza varonil (actualmente muy extensiva a las féminas) como es el caso de las boinas, prenda para la cabeza caracterizándose por no poseer ni visera, ni ala u orejeras.

Su tamaño es reducido, cubre el cuero cabelludo, creando una pequeña cámara de unos dos centímetros entre su superficie interior y el cuero cabelludo. Se ciñe al cráneo por su borde ribeteado, o bien gracias a una “banda derecha semirrígida”.

Bien utilizada en el invierno o en el verano dependiendo del tipo de tela y su grosor, siendo su variedad diversa dada su procedencia de diferentes países en su mayoría en Europa (España, Inglaterra, Irlanda, Escocia, entre otras)

En particular en España, en el País Vasco y Navarra la boina, constituye una prenda de larga tradición en una cultura tradicionalista[1].

Igual ha de suceder con un sinnúmero de piezas que forman parte de las vestimentas o vestuario para ambos sexos; que decir de los pantalones jeans (vaqueros, blue jeans) actualmente un tanto deteriorados (tela hecha jirones) unos con más hoyos, tipo socavones[2], pero en fin para gusto colores.

Todo lo anterior para vestir o cubrir el cuerpo –o al menos parte de el–, sin embargo, podemos añadir a nuestra “masa corporal” el uso de accesorios, como pueden ser las prendas a lo que se suma incorporando el uso de la tecnología (que sería un craso error omitir) como son los audífonos alámbricos o no que nos permiten escuchar música esencialmente, recibir o contestar llamadas lo cual constituye un arma de doble filo, más allá de los avances de la ciencia, pero que nos extrapola de los peligros inminentes cuando caminas, conduces al “sumergirte en una burbuja anti-entorno”

Qué decir del celular, convertido hoy en día en un objeto ¿o apéndice cotidiano? que forma parte de nuestras vidas, en un bolsillo, en la mesita de noche, en la mochila, en el baño. Objeto que nos comunica o mal nos comunica sobre todo cuando escribimos en lenguajes tan diversos que violenta al pobre abecedario que sigue perdiendo letras (ll, ch)[3], donde se sustituyen letras por otras, aún no descubierto por la RAE, pero que a veces ésta última asume y la reconoce producto de la presión social.

Instrumento digital que aún no acaba de calar en la Educación en las clases, como se desea y se necesita, pero ahí está.

Obviamente este análisis podría extenderse más en cuanto a moda y tecnología, siendo ambos productos de consumo, luego… y para muestra varios botones:

  • Camisetas con temperatura graduable para ciclistas, guantes conectados a baterías o prendas que controlan constantes vitales[4].
  • Relojes digitales o Smartwatch con sensores que miden o identifican oxígeno en la sangre, masa corporal, electrocardiograma, presión arterial, etc.
  • Ropa que se ilumina con corriente eléctrica generada con tintas sobre sustratos flexibles en las prendas; o las mallas o prendas inteligentes que, gracias a la implantación de sensores, detectan los síntomas de fatiga de nuestra espalda y modifican su posición para evitar lesiones lumbares.

Se me acaba la cuartilla, lo siento. Pero, no bajen el telón la función en cuanto a modas y tecnología ¡deben continuar!

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[1] En una pequeña escultura que se remonta a la Edad del Bronce, procedente de Cerdeña (Isla de Italia), aparece un hombre con boina: es el origen de la boina, el precedente más antiguo de esta prenda que tiene tras de sí más de 4.000 años de historia. Ya se utilizaba en el siglo XI a.C., en Dinamarca, como se deduce de los restos arqueológicos de Guldhöi. En ellos se pudo observar como uno de los esqueletos exhumados aún conserva puesta en su cabeza la boina con la que falleció.

[2] Hoyos o depresiones de suelo formados como consecuencia de la erosión del agua en la tierra de un determinado lugar.

[3] Se consideran que no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de dos letras o grafemas que representan un solo fonema.

[4] Tomado de Smart Clothing Market Análisis. Universidad de Berkeley

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