Actualmente la economía costarricense se enfrenta a grandes problemas que corresponden a una emergencia no declarada, problemas que por ser estructurales van más allá de los vaivenes del ciclo económico y de no ser resueltos, seguirán causando síntomas como la baja competitividad en la economía nacional, una mortalidad de 80% de las empresas en sus primeros tres años, cerca de 862 mil trabajadores en informalidad y la cifra de desempleo juvenil más alta entre los países de la OCDE. Dichos problemas por su naturaleza requieren de experiencia junto a políticas específicas para su remedio a través de una transformación productiva que la mencionada OCDE recomienda al país desde hace casi tres años.
Entre los problemas estructurales de la economía nacional, se encuentran las complicadas y difusas trabas burocráticas que enfrentan los nuevos emprendimientos para inscribirse e iniciar operaciones, creando de esta manera un desincentivo a la formalización dado por el alto costo regulatorio en que tiene que incurrir un emprendedor con capital limitado para así poner su negocio en regla y acceder a los distintos beneficios del sello Pyme. A nivel internacional basta con observar la evidencia empírica de otros países (algunos incluso en nuestro continente) para establecer que una burocracia extensiva limita el nacimiento de nuevos negocios y afecta su supervivencia en el corto y largo plazo.
Por otro lado, el difícil o a veces nulo acceso al talento, capacitación y capital humano ha llevado al cierre de aproximadamente un 55% de las pequeñas y medianas empresas en América Latina. Debido a que el conocimiento técnico derivado de los anteriores insumos es vital para la mejora de la productividad y por ende el aumento de los ingresos, existe la necesidad de asegurar el acceso al mismo para las Pymes con el objetivo de disminuir su mortalidad por motivos no relacionados a su modelo de negocios. Además, este problema genera afectaciones por el desaprovechamiento del capital humano costarricense y contribuye así al fenómeno de la desalineación de habilidades que se ha agravado a nivel global, por lo que buscar una democratización del conocimiento y el talento permitiría tanto la supervivencia de las Pymes y el posicionamiento de la juventud costarricense en el mercado doméstico e internacional.
A pesar de que el escenario actual no es el mejor para el emprendimiento nacional, es posible solucionar los problemas estructurales de nuestra economía a través de un ecosistema de apoyo al emprendimiento que reúna las condiciones de mercado necesarias para propiciar el crecimiento empresarial en el país, y a su vez coloque al gobierno como un socio estratégico del emprendimiento y no como una traba para el mismo.
Entre las condiciones necesarias para un ecosistema de apoyo al emprendimiento, figura la reducción de trabas burocráticas y la centralización de las mismas a través de una ventanilla única (de nuevo, como ha recomendado la OCDE) para así facilitar la tarea de los emprendimientos nacionales e incentivar su formalización con los beneficios que el sello Pyme conlleva, tales como las exenciones fiscales y la oportunidad de recibir contratos de gobierno. Por otro lado, a través de las asociaciones profesionales y programas de apoyo a Pymes en los sistemas de trabajo comunal tanto en universidades públicas como privadas, se puede contribuir a la democratización del conocimiento y ampliar el acceso al talento para así contribuir a la supervivencia y desarrollo del emprendimiento en el país. Por último, existen los insumos monetarios en el Sistema de Banca para el Desarrollo que a través de un mejor aprovechamiento y despliegue no solo en la Gran Área Metropolitana sino también fuera de esta, servirán para impulsar emprendimientos tanto tradicionales como de modelo start-up que generen empleo, mejoren la competitividad y en general contribuyan al desarrollo del país.
En general, observando el deterioro de la calidad de vida producido por los problemas (y síntomas) mencionados al inicio de este artículo, se puede llegar a la conclusión de que es vital que la siguiente administración tanto desde la Casa Presidencial como del Ministerio de Economía, Industria y Comercio establezca un ecosistema de apoyo al emprendimiento que devuelva al país a la prosperidad de épocas anteriores por medio de la democratización del conocimiento, el acceso a medios para financiar y especialmente, la reducción de trámites que no permiten a los emprendimientos trabajar y desarrollarse para así crear un entorno y conjunto de condiciones en el cual se puedan hacer realidad los sueños de proveer algo de valor al prójimo por medio de un emprendimiento.
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