La gran oportunidad de Colombia.

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Colombia vivió recientemente una histórica jornada electoral donde se sometió a consulta el Acuerdo de La Habana que ponía fin a lucha insurgente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Dicho Acuerdo no solamente contenía un pacto del cese al fuego, sino que incluía compromisos de reformas estructurales positivas para el pueblo colombiano.

En primer lugar, se acordó una gran reforma rural integral que buscaba revertir los efectos adversos de la guerra y llevar desarrollo a las zonas rurales que han sido históricamente excluidas. Este punto incluía subsidios, créditos para compras de tierra, formalización de la propiedad privada rural (7 millones de hectáreas) y un fondo de tierras para pequeños productores (3 hectáreas). Todas estas medidas acompañadas de programas de mejoramiento de servicios, infraestructura, salud, educación, entre otras.

El segundo punto se denominaba “apertura democrática para construir la paz”, y proponía circunscripciones transitorias en las zonas más afectadas, para elegir 16 representantes en la Cámara de Diputados. Mientras tanto los otros puntos abordaban los compromisos específicos para el fin del conflicto, una solución integral al problema de las drogas y el narcotráfico, y finalmente un acuerdo sobre los mecanismos de justicia para las víctimas así como las condiciones para las concesiones de amnistía política.

Todo esto se vino al traste con el resultado obtenido, que le dio ventaja al “No” por estrecho un estrechísimo margen. Colombia dejó pasar una gran oportunidad que le aseguraba no solamente acordar la paz, sino que también el compromiso en políticas para inclusión del campesinado, la integración de las regiones y seguridad alimentaria.

Si bien, el Acuerdo no aseguraba justicia absoluta para las víctimas ya que incluía un Sistema de Justicia Transicional, lo cierto es que representaba una oportunidad histórica para las futuras generaciones. Como lo señaló la propia Ingrid Betancourt: “…el verdadero sacrificio lo vamos a hacer las víctimas de la guerra. Estamos aceptando algo que es muy difícil. Pero lo hacemos porque pensamos que es necesario construir un país donde otros colombianos, los que van a nacer, tengan la oportunidad de vivir mejor.”

Aun así y con el resultado obtenido, Colombia debe apostar a continuar fortaleciendo procesos de diálogo que le permitan conciliar sus diferencias. Es ahí donde estriba la gran oportunidad de los colombianos de ser un ejemplo para el mundo.

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