La gestión de recursos en seguridad pública: Un tema que genera mucha inseguridad actualmente

Hace algunos años, un ministro de Seguridad Pública que iba dejando su cargo, al final del periodo del gobierno correspondiente, manifestaba su desilusión pues decía que le había tocado que administrar mucha pobreza en el Ministerio de Seguridad, durante su gestión. Reflexionando sobre esto, hay dos cosas que se parecen, pero no son lo mismo: una cosa es administrar la pobreza en la gestión pública, y otra cosa es administrar la gestión pública con pobreza.

Cuando como ciudadanos, se analiza lo relativo a la seguridad pública en nuestra actual sociedad, ya sea por las informaciones de los medios de comunicación, por lo que sucede más frecuentemente de lo debido en el barrio, o al empresario, o al trabajador privado o público que es asaltado, o por la propia experiencia de familiares;  resulta que el crimen organizado está muy bien equipado, armado, coordinado y en plena forma; mientras los ciudadanos junto con los cuerpos de policía, al parecer nos hemos convertido en los cajeros automáticos , o en la carne de cañón, de una guerra, que con cada muerte, al parecer se está perdiendo.

Pero volvamos al asunto de administrar la seguridad pública con pobreza:

Pésimo estado de patrullas y motocicletas: Hace unas semanas, por un medio de comunicación social, se relataba la noticia de que en un lugar de nuestra “Suiza centroamericana,” los propios policías tenían que recoger dinero entre ellos para reparar las motocicletas, y entre los comerciantes del lugar, recogieron también dinero para reparar las patrullas y así tener la vigilancia por un lado, y por otro, el poder darle la seguridad a los policías, de utilizar los vehículos con seguridad para su propia integridad física ¿Cuántas veces se repetirá esto en las comunidades de nuestro país, cuando el gobierno central y sus instituciones gasta en otras cosas, digamos, menos apremiantes? ¿Acaso no pagamos la seguridad pública con nuestros impuestos?

Si el asunto es administrar la pobreza, resulta necesario recordar que el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, custodia y vigila con nuestros impuestos, grandes lotes de vehículos y motocicletas que han sido decomisados en nuestras calles y que se herrumbran  en los patios de almacenaje; pero mientras las repuesteras de segunda mano, ven la posibilidad de negocio con las partes que pueden obtener de lotes de vehículos para desecho, nuestros pobres administradores de la gestión pública solamente ven basura, y basura que no saben cómo manejar. ¿Ustedes creen que las partes y repuestos que necesitan algunas de las patrullas y motocicletas de nuestros cuerpos policiales, no puedan encontrarse entre toda la variedad de marcas y modelos que están almacenados en los patios del MOPT? ¿Por qué unos pueden ver la oportunidad de negocio y otros poseen una miopía perjudicial,  pero muy conveniente sobre el tema de los recursos disponibles? ¿Será que no se pueda hacer un proyecto de ley para autorizar el uso de partes y repuestos para los medios de transporte de los cuerpos policiales? ¿Existe algún grado de razón, o de sentido común, el pensar que las organizaciones criminales cuentan con mejores vehículos de transporte, en mejores condiciones, hasta con algún grado de modificación en sus motores o en el blindaje, en comparación a los vehículos de nuestra policía?

Chalecos de protección y armamento: Al informarse sobre la invasión de Rusia en el territorio de Ucrania, en diferentes oportunidades se ha visto cómo los ciudadanos elaboran los chalecos antibalas de los soldados que pelean en el frente de combate, utilizando los materiales necesarios para realizar un producto del cual depende la vida de los miembros de las fuerzas armadas. Y si los civiles ucranianos son capaces de elaborar esos chalecos antibalas, ¿Por qué las maquilas costarricenses, las cooperativas de manufactura textil, por qué ellas no pueden hacer un producto de calidad para que nuestros cuerpos de seguridad pública, tengan la protección mínima indispensable para hacer su trabajo? ¿Cuál es la diferencia del calibre de las armas utilizadas en el campo de batalla ucraniano, en relación a las armas que está usando el crimen organizado en nuestro país?

Si se verifica con atención, cada vez es mayor la cantidad de armas de grueso calibre que se ven involucradas en actos criminales, sobre todo, armas de repetición o automáticas, de lo que se puede inferir, que tales armas jamás podrían contar con un permiso legal de portación, tal y como lo puede tener un ciudadano, que compra y reporta un revolver o una pistola. Así las cosas, el tipo de armamento que usa el crimen organizado y que está distribuyendo entre sus agremiados en los barrios y residenciales de nuestras comunidades, no resulta ser aquel que pasa por el control legal, si no más bien, es aquel armamento de mejor calidad y que aumenta el poder de fuego, que el dinero puede comprar. ¿Y nuestros cuerpos policiales públicos? ¿tienen el mejor armamento disponible para equiparar la capacidad de fuego con las bandas organizadas del crimen? Solamente falta la insensatez de quienes administran pobremente la seguridad pública de nuestro país, pensar que los delincuentes van a dar un tiempo de espera para que nuestros policías vayan a buscar los chalecos antibalas y las armas necesarias para ahora sí, “repitamos la escena nuevamente”, como en las películas.

Hace años, un presidente de la República y su ministro de Seguridad, hicieron convenios y contratos con fabricantes de armas israelíes, varios contenedores de municiones y armas que habían sido decomisadas a los carteles de drogas, en fin, al crimen organizado, formaron parte de los acuerdos para dotar de más y mejor armamento a nuestros cuerpos de seguridad en aquel momento. Sin embargo, los tiempos cambian y el armamento pesado,  bajo la premisa de que somos una sociedad pacífica, civilista, donde las armas que empuña un soldado de un ejército, no tienen cabida en el país más feliz del mundo, pues no necesariamente se ajusta a nuestra actual realidad.

¿Pueden las autoridades del Estado costarricense, pueden justificar con estas frases y otras más, la pérdida de vidas inocentes que estamos teniendo? ¿Pueden justificar la pérdida de la vida de un miembro de nuestros cuerpos de seguridad pública, administrando tan pobremente los recursos? ¿Cómo pueden mirar a la cara a los ciudadanos honestos y trabajadores que tienen que vivir enrejados en sus casas y negocios, para que los delincuentes disfruten al aire libre, haciendo de las suyas?¿Cómo van a enfrentarse -más o menos equilibradamente- nuestros oficiales del orden público a criminales o delincuentes que les superan en equipamiento y armas?

Remuneración salarial:  Alguien se ha preguntado, ¿Cuánto gana de salario un policía raso, o los oficiales intermedios, o un comisionado? Cuando como ciudadano se tiene plena conciencia de ello, ya sea por que se platica con los oficiales, debido al ejercicio de sus funciones, o bien, porque se accede a la información que es de dominio público,  realmente se constata que nuestros cuerpos de seguridad del estado, ganan mal, y ni siquiera pueden ver compensado el riesgo al que cada día se pueden ver sometidos, incluyendo hasta la incomprensión de sus compatriotas. ¿Pero, un salario puede compensar la pérdida de lo más grande y sublime que posee el ser humano, que es la vida? ¿Cómo puede haber mayor preocupación sobre los derechos humanos de criminales o delincuentes, que de los derechos humanos y laborales de los miembros de los cuerpos de seguridad del estado? ¿No son en ambos casos, seres humanos todos? ¿Cómo es posible que el Estado costarricense se encuentre aún atado de manos, secuestrado por legislaciones arcaicas,  que no le permiten aumentar las bases salariales de los cuerpos de seguridad pública, debido a “enganches salariales” relacionados con otros funcionarios públicos? ¿Acaso no existe la voluntad política y ciudadana de hacer los proyectos de ley para modificar la legislación que no cuadra con la realidad nacional? ¿quiénes son las autoridades del estado responsables de no administrar la seguridad pública de forma eficaz, eficiente, con racionalidad y con rendición de cuentas a la sociedad, en materia de recursos públicos?

Claro que es posible estar de acuerdo con aquella frase, “quien es fiel en lo poco, es fiel en lo mucho”, pero debería aplicar a todos por igual, cuerpos de seguridad, gobernantes, políticos, empresarios, banqueros, servidores públicos y ciudadanos en general; es decir, aunque un policía tenga un mal salario, si el policía es honesto, así el crimen organizado le ofrezca  el dinero que sea, seguirá siendo honesto en su trabajo y en el cumplimiento de la ley, ¿Pero acaso, es qué todos no estamos obligados a ello, independientemente de la magistratura o grado de autoridad republicana que se tenga, o el poder económico que se posea?  ¿No es que somos iguales ante la ley; o es que hay ciudadanos más iguales que otros?

Resulta insólito ver en un medio de noticias internacional, el testimonio de una maestra de escuela de un país del norte de América, cuando decía que un niño de 8 años de edad, manifestaba que cuando fuera grande quería ser como su papá; se podría decir, que hasta ahí, pues todo dentro de lo normal, pero el niño continuó diciendo que su papá era muy exitoso y rico por que estaba asociado con una de las principales bandas de un cartel del narcotráfico; pues sí, como si dijera que su papá era abogado, médico, profesor, ingeniero o mecánico. ¿Cuándo escucharemos algo parecido en Costa Rica? ¿Será que cada vez nos aproximamos a esta y otras situaciones similares?

Combatir la costumbre de administrar la gestión pública con pobreza, amerita un mayor esfuerzo de gobierno; por ello, el Presidente de la República, como Comandante en Jefe de los cuerpos de seguridad del Estado, debe esforzarse más en materia de seguridad pública; igual receta tiene el Ministro y Viceministros de Seguridad -pues forman parte de la cadena de mando- así como el Ministerio de la Presidencia y los Diputados del congreso, para así generar la legislación pertinente; sin duda ellos deben poner más de su parte, pues la sangre la están poniendo los ciudadanos honestos y los policías en las calles.

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El autor es Licenciado en Banca y Finanzas, egresado de un posgrado en dirección Estratégica y persona con discapacidad visual. spinedacampos@gmail.com.

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