La deuda social del Presupuesto 2018

El pasado 1° de setiembre, el Gobierno presentó a la Asamblea Legislativa el proyecto de ley de Presupuesto de la República para el año 2018. Este texto debe ser discutido y avalado por la Comisión de Asuntos Hacendarios antes del 20 de octubre, y tendrá que ser aprobado en primer debate a más tardar el 27 de noviembre, para recibir segundo debate el 29 del mismo mes.

El monto total es de 9.3 billones de colones de los cuales 5.2 billones se financiaran con impuestos y 4.1% con deuda externa.  Su crecimiento respecto del anterior es de un 3.2%. De sus componentes, vale la pena citar algunos.

En primer lugar,  notamos el crecimiento de un 10% del gasto corriente (remuneraciones, bienes y servicios, intereses de la deuda y transferencias),  dentro del cual llama la atención el incremento de un 7%  en remuneraciones, cuya  cifra asciende a 2.6 billones de colones.  Es importante destacar que este rubro incluye no solo salarios sino también los llamados pluses salariales y ello es importante de mencionar puesto que de acuerdo con la Contraloría General de la República, por cada 100 colones en salario se requieren 137 colones para financiar los pluses.  Sobra decir al respecto, que el Gobierno no ha tenido ningún interés en las reformas que sobre esta materia se han presentado y que son urgentes no solo por el monto que representan sino por la ausencia de relación entre gasto y eficiencia: uno de los grandes problemas nacionales.

En contraposición con este aumento, los programas sociales se reducen en forma importante. Vivienda disminuye 26%, Agricultura 16.5%, Comercio Exterior 15.3%, Ciencia y Tecnología 7.1% y Cultura 3.3%. Otros rubros importantes que también se han visto disminuidos son los proyectos específicos especialmente aquellos asociados a obra municipal, enseñanza materno-infantil y preescolar.

La deuda pública que se deja descubierta asciende a 50% con el agravante de que el 20%  se deberá amortizar en los próximos años. A ello se suma  un déficit cercano  al 7% para el 2018, lo cual  implica que el Gobierno tendrá que negociar prestamos, con tasas de intereses más atractivas, lo cual redundará en intereses más altos para la población que requiere endeudarse para cubrir sus necesidades de vivienda, educación y otros o bien, a las empresas para sus necesidades de producción.

Según indica el Vicepresidente y Ministro de Hacienda Helio Fallas, el proyecto fue elaborado tomando en cuenta las difíciles circunstancias anunciadas en Cadena Nacional por el Presidente de la Republica, cuando entre otras cosas anunció falta de liquidez en las arcas del gobierno y drásticos recortes producto de la falta de reformas en relación con el tema fiscal.

Lo que no se le explica al país es que se han perdido tres años en los cuales se torpedearon las reformas necesarias en materia de  contención de gasto, especialmente las relacionadas con empleo público; con gastos en consultorías,  viajes al exterior usualmente innecesarios y especialmente  abuso en el gasto destinado a propaganda gubernamental que aun hoy, a tan solo un mes de que el Tribunal Supremo de Elecciones la suspenda debido a las próximas elecciones, se mantiene en los medios de comunicación.

Tampoco se le explica al país que este Presupuesto será en su mayoría  ejecutado por el próximo Gobierno, muy diferente a los parámetros utilizados en Presupuestos anteriores especialmente el del 2015, correspondiente al primer año de esta Administración,  cuando no se tuvo reparo en aumentar los gastos en un 19%  y hacer un incremento salarial que estaba por encima de la inflación y sobrepasaba lo negociado con los sindicatos desde el 2007.  O sea, un Gobierno que comenzó su periodo complaciendo y negociando con el sector sindical a fin de evitar posibles huelgas, aunque ello significara fuertes impactos en materia de desempleo y encarecimiento de la producción.

El Ejecutivo apuesta a que las actuales circunstancias le den margen para terminar la gestión sin sobresaltos.  Lo que no dice es que ese margen en mucho se ha sostenido gracias a la disminución en los precios del petróleo y a la reactivación económica de nuestros principales mercados.

Lo que tampoco se dice es que el Presupuesto 2018 es el fiel reflejo de una gestión cortoplacista, más preocupada por consolidar algunas alianzas y ganar terreno electoral, independientemente de las consecuencias que ello podrá traer en materia de desempleo y empobrecimiento.

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