La Casa Amarilla

Vamos de tumbo en tumbo en los nombramientos de los jerarcas del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, donde; primero designamos a una funcionaria que con todo respeto, no reunió las condiciones necesarias para ocupar el cargo.

Luego a toda prisa y sin mediar con la debida reflexión, nombramos a una ¿nueva embajadora? de Venezuela en Costa Rica; cuyo gobierno, aunque interino está en el aire y; que provocó un escandalito mediático carente de sentido que no favoreció en nada a nuestro Gobierno. Como si no fuera suficiente, en el Grupo de Lima, no firmamos el acuerdo mayoritario para exigir al dictador de Venezuela Nicolás Maduro para que deje el poder; aduciendo que en su lugar convoque a elecciones, un sueño de Cannabis.

En el mismo tema, proponemos que las ayudas humanitarias caigan del cielo.

A manera de recordatorio, desde hace mucho tiempo; en el terruño solemos nombrar a nuestros embajadores en el exterior con fines exclusivamente políticos, un adefesio endémico que se ha vuelto rutina olvidando el profesionalismo propio de los diplomáticos, especialmente en momentos tan delicados que está pasando el mundo entero y algunas zonas específicas donde hay conflictos armados, políticos, económicos y sociales muy delicados. “¿Qué pasa con la Casa Amarilla?”.

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