“En Vietnam se matan centenares de osos para extraer la bilis de la vesícula biliar de forma repetida y dolorosa, para curar males del hígado, un tratamiento ilegal, pero muy extendido en el país. Unos 200 osos fueron enviados a centros de rehabilitación, pero una mayoría de ellos murieron de hambre o bien los ejecutaron para vender algunas partes de su cuerpo. Las patas de oso están muy bien valoradas para elaborar algunas sopas, los huesos se usan en recetas gastronómicas y las zarpas para hacer joyas” Es la parte de un despacho, textual, de la agencia de noticias AFP de Thainguyen, Vietnam.
A manera de aclarar la barbaridad, los veterinarios mantienen encerrados a los animales durante 13 años, después los mandan a los centros de rehabilitación donde los granjeros les reducen la comida hasta que mueran de hambre porque no les conviene gastar dinero para alimentarlos. La bilis se riega en todos los seres humanos, quienes “ipso facto” deberían; sin remordimiento, encerrar a los veterinarios y a los granjeros vietnamitas en unas jaulas con los osos, de preferencia salvajes.
La frase cosmética: “no son todos los asesinos” además de hipócrita no aplica en la masacre de los osos, tampoco las prohibiciones y “lo lamento”, cuyos autores no tienen sangre en las venas.
La solución, aunque parezca drástica y; es extensiva a otros lares, consiste en la eliminación de todos aquellos que no se pueden llamar seres humanos, quienes maltratan y matan sin piedad a los animales.
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