La actitud aldeana ante un aniversario más del Acuerdo de Esquipulas II

El pasado 7 de agosto se celebró un aniversario más de los acuerdos que permitieron a las naciones centroamericanas superar la dimensión militar de conflictos históricos que los mantenían en guerra y dictadura prácticamente desde la Independencia.

Con el objetivo de cultivar el significado de aquel proceso para la identidad costarricense y para la hermandad centroamericana, el 7 de agosto se instituyó como el Día de la Paz Firme y Duradera, gracias al artículo 1º de la Ley nº 9598 de 2018.

El 7 de agosto de 1987 en la ciudad de Guatemala se firmó el Acuerdo de Esquipulas II, por los Presidentes de Guatemala Vinicio Cerezo, de El Salvador José Napoleón Duarte, de Nicaragua Daniel Ortega, de Honduras José Azcona Hoyo y de Costa Rica Óscar Arias Sánchez, quien proyectándose como un estadista de talla internacional, jugó un papel protagónico al crear las condiciones para que todos estos líderes reconocieran que la guerra era tan natural como un pésimo negocio para cada uno de sus pueblos, y con base en una actitud realista se decidieran con el apoyo de la comunidad internacional a adoptar acuerdos con base en los cuales poner en marcha dentro de sus países y en la región centroamericana, políticas destinadas a construir la paz; porque la paz se construye, no es algo natural como lo demuestra cualquier lectura de nuestra historia común. Una verdad que por desgracia fue olvidada con el tiempo, sin que por ello pueda discutirse el mérito y la valentía de Esquipulas II.

El Premio Nobel de la Paz otorgado a Arias y una lista larga de Doctorados Honoris Causa, los cuales muchas veces y de forma provinciana se menosprecian como tributos al ego, constituyen por el contrario un reconocimiento a la República de Costa Rica que se tradujo en paz, prestigio, inversiones, turismo, y por lo tanto trabajo y desarrollo.

La memoria corta y la incapacidad para diferenciar las rencillas propias de la politiquería cotidiana, de los asuntos de Estado, hace que los costarricenses de forma general perdamos de vista la importancia de todo aquello. Políticos, periodistas, analistas, maestros y demás, olvidan y a veces deliberadamente ningunean aquella gesta por lo dicho, cortoplacismo, inmediatez y mezquindad.

El país es el que pierde con este comportamiento aldeano, y no los protagonistas de aquél proceso, pues hay un principio que se impone y por el cual Estados, organismos internacionales, oenegés y universidades sí lo celebran. Me refiero a la famosa frase de que Costa Rica vale más afuera que adentro.

El significado de todo aquello es algo que el periódico El País de España explicó como el despertar del nacionalismo centroamericano. Recuerdo haber visto esa portada en una exposición del Museo Nacional, y entendí entonces el valor que la decisión de unas cuantas repúblicas, despreciadas como “bananeras”, tuvieron en los estertores de la Guerra Fría para darle una lección de dignidad y sentido común al Mundo y especialmente a las potencias de la época.

Finalmente debo insistir, el choteo es por desgracia un rasgo de nuestra cultura que nos impide ver lo dicho, pero también otros aspectos relevantes de nuestro país como la importancia que el Ministerio de Relaciones Exteriores y con este su personal, en aquella oportunidad liderado de forma brillante por Rodrigo Madrigal Nieto, han tenido a lo largo de nuestra historia, garantizando la defensa del Estado costarricense ante amenazas concretas y reales y la posición de Costa Rica en la comunidad internacional, creando y aprovechando oportunidades que no corresponden al tamaño de nuestro país.

El 7 de agosto debería, por lo tanto, ser una fecha celebrada con orgullo y entusiasmo por todos los costarricenses, pues representa algo de lo que muchas veces dudamos los costarricenses, el potencial de nuestro propio país.

Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, foto en PDF de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr, o elmundocr@gmail.com.

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