“Porque de la isla de los hombres solos alzó el vuelo como un ruiseñor, siendo su palabra el milagro, esa llave que lo liberó y lo hizo maestro en el arte de vivir más allá del dolor.
No necesitas el perdón de nadie, en esta tierra sin corazón, donde el mito de lo sagrado fue vencido por la razón, y la lucha de un alma incansable refleja la fuerza de un gladiador.
Frente a los obstáculos del destino que son la base de tu éxito hoy.”
Con todo el respeto y admiración que se merece, este gran escritor y Ser Humano, el cual, nunca ha desfallecido en su lucha contra todo tipo de injusticias y en ser el estandarte, de que la “justicia tarda pero no olvida”. Porque José León Sánchez ha sido, es, y será siempre, un recordatorio para todos aquellos costarricenses, que no nos conformamos y vivimos de cara al sol, más allá de los sueños e ideales individuales, entre las fronteras de la muerte y la resurrección, entre las miradas mezquinas y el ojo sereno de Dios.
Ya que este Titán de noventa y tantos años, nunca se ha dejado doblegar ni quebrantar su espíritu; incluso jamás, ha perdido la cordura y menos la mesura a lo interno de su corazón. Porque sus escritos son el susurro de una virgen ante los oídos del Creador, el llanto de un inocente, frente al dedo inquisidor, la sonrisa de un niño pequeño y su dádiva de amor, el amigo sincero y amable, el digno hijo de ésta Nación.
Al haber vivido como ha querido. Parido por la luna y el sol, trueno y destello de una noche tormentosa, suspiro y aliento tibio que le robó el color a la rosa. Una montaña de sufrimiento y el mar de la transfiguración, el templo de los sentidos, la morada del perdón.
Y hoy más que nunca, haciendo un llamado a su don, “El León que ha rugido, más allá de cualquier Magón…”
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