Jornada Mundial del Enfermo

» Por Mons. José Manuel Garita Herrera - Obispo de Ciudad Quesada

Este 11 de febrero, la Iglesia Católica celebra la XXVIII Jornada Mundial del Enfermo y, con ello, pone en manos de Dios los sufrimientos de tantas personas que no gozan de salud, que viven sufriendo y, también, a aquellos pobres que buscan alivio a sus necesidades.

En ocasiones, caminamos en la vida sin pensar en los demás, incluso, a veces nos volvemos indiferentes al sufrimiento de algunos cercanos, familiares, amigos y conocidos que están enfermos, e incluso, los marginamos.

Por ello, el llamado es a tener en cuenta a los que sufren, día con día, no solo para esta Jornada ni para épocas especiales como la Navidad u otras que, en el transcurso del año, se vuelven propicias para ayudar, mediante campañas específicas.

Eso no está mal, pero, quienes sufren, nos necesitan siempre.

“Jesús dirige una invitación a los enfermos y a los oprimidos, a los pobres que saben que dependen completamente de Dios y que, heridos por el peso de la prueba, necesitan ser curados. Jesucristo, a quien siente angustia por su propia situación de fragilidad, dolor y debilidad, no impone leyes, sino que ofrece su misericordia, es decir, su persona salvadora. Jesús mira la humanidad herida”, nos dice el Papa Francisco en su mensaje, con motivo de esta jornada.

Nosotros estamos llamados a tener estos sentimientos de Jesús, a ser soporte para tantos y tantos que sufren, para ser verdaderos hermanos y vivir el Evangelio allí en medio de las heridas que tiene nuestra sociedad en situaciones concretas, en personas reales que son hijos de Dios y necesitan de consuelo y ayuda solidaria.

Hermanos, en nuestra Diócesis estamos viviendo un Año Jubilar con motivo del XXV aniversario de la creación de esta Iglesia particular. Mes a mes, tenemos una intención especial de oración. Precisamente, para febrero, corresponde nuestra oración por los enfermos y adultos mayores.

Es una buena oportunidad para que, con otras acciones concretas, podamos ser compañía para ellos y desprendernos de algo material que pueda aliviar algunas carencias de estos hermanos.

También, es un momento propicio para que, como sociedad, pongamos atención sobre lo que realmente es prioritario; y hoy, una vez más, el llamado es a proteger la vida.

Como lo señala el Papa Francisco en su mensaje para esta Jornada Mundial del Enfermo “la vida debe ser acogida, tutelada, respetada y servida desde que surge hasta que termina: lo requieren simultáneamente tanto la razón como la fe en Dios, autor de la vida”.

Todo tiempo es propicio para que los cristianos proclamemos la vida, desde su concepción hasta su muerte natural. En medio de la fragilidad humana y del dolor, debemos gritar vida y unir nuestros sentimientos a Cristo que se hizo uno como nosotros, para padecer en carne propia lo que vivimos nosotros.

Por eso, él es nuestra esperanza, él que resucitó y es la vida eterna, nos anima para transitar en este mundo y prepararnos para alcanzar su promesa de salvación, el Reino de los cielos.

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