Independencia

» Por Mons. José Manuel Garita Herrera - Obispo de Ciudad Quesada

El próximo 15 de setiembre celebraremos 198 años de vida independiente. Esto se refuerza en el artículo 1 de la Constitución Política: “Costa Rica es una República democrática, libre, independiente, multiétnica y pluricultural”.

Cabe analizar, más allá del sentimiento que nos acoge por habitar esta tierra bendita, si realmente nos comportamos en la sociedad de manera coherente con la definición de nuestra República.

¿Ejercemos la democracia en nuestro país o solamente hacemos un ejercicio democrático cuando nos corresponde votar en las elecciones presidenciales o municipales? ¿Representan los gobernantes de turno los intereses del pueblo que los eligió?

Las decisiones importantes del país no pueden seguir entrabándose por los intereses de unos y otros, cuando desempleo, pobreza o educación, por citar algunos casos, muestran índices preocupantes, siendo la mayoría la más afectada.

La tan ansiada reactivación económica no llega. La desigualdad se ha venido haciendo más grande en los últimos años. No es responsabilidad de un partido político, es responsabilidad de un estilo de gobernar que ha abandonado las políticas sociales y los principios que otrora fortalecieron las garantías de las cuales tanto nos enorgullecemos, gracias, precisamente, al acuerdo de distintos pensamientos políticos al final de una década que incluyó una guerra civil.

¿Somos realmente libres? Organismos internacionales dictan una serie de normas de la forma cómo deben conducirse los lineamientos económicos. No digo que esté mal insertarnos en el mundo global, en un libre comercio hacia el cual se puedan abrir opciones a unos y otros; pero si no hay protección para el pequeño productor costarricense, o al menos, una plataforma que potencie sus recursos, fácilmente dejamos de lado a los más débiles. Esto solo por mencionar un caso.

Otro caso es cuando ideologías externas se apoderan de nuestra forma de pensar, de nuestras leyes, y nos dicen que debemos apartarnos de lo que Costa Rica construyó en materia de valores, de leyes, de educación… de nuestra forma de vivir, libre e independiente. Cada vez más, la colonización ideológica, que ha denunciado el Papa Francisco, llega con más fuerza a nuestro país. Y no confundamos tampoco, lo que son derechos humanos, de lo que no lo son.

“El ejercicio de la libertad implica la referencia a una ley moral natural, de carácter universal, que precede y aúna todos los derechos y deberes. La ley natural no es otra cosa que la luz de la inteligencia infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y lo que se debe evitar. Esta luz o esta ley Dios la ha donado a la creación y consiste en la participación en su ley eterna, la cual se identifica con Dios mismo”, dice el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia en su numeral 140.

El problema es cuando apartamos a Dios de nuestras vidas, de nuestra sociedad y del rumbo de nuestro país. Y pasa lo que el mismo Compendio indica en su numeral 143: “la libertad está misteriosamente inclinada a traicionar la apertura a la verdad y al bien humano y con demasiada frecuencia prefiere el mal y la cerrazón egoísta, elevándose a divinidad creadora del bien y del mal”.

Si no entendemos el respeto a nuestras raíces, estamos condenados a borrar la rica historia independiente que ha caracterizado a Costa Rica. Si no nos esforzamos por ejercer el bien común en la sociedad, no habrá tampoco paz ni libertad verdaderas y duraderas.

Que Dios nos guíe para fortalecer nuestra democracia y conservar la auténtica Independencia que construyeron las generaciones pasadas. Que Dios nos ayude para que Costa Rica siga siendo esa nación de paz, de justicia social, de respeto y de valores que ponen a Dios en primer lugar.

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