Las personas que promueven la explotación petrolera en Costa Rica nos instan repetidamente a imitar a Noruega u otros países nórdicos productores de petróleo, señalando que presentan indicadores ambientales muy buenos, a pesar de ser países petroleros. En realidad, hay mucha tela que cortar en este tema.
Noruega muestra una doble cara ambiental. Por un lado, presenta una actitud ambientalmente responsable y ejemplar, promoviendo las energías renovables y la movilidad eléctrica. Por otro lado, mantiene una actitud muy irresponsable e hipócrita en el campo ambiental a lo externo, al ser exportadora histórica de petróleo y gas, por lo que durante décadas ha contaminado las matrices energéticas de muchos otros países, causando niveles de emisiones y de calentamiento global significativos para el planeta. Noruega produce cerca de 1.7 millones de barriles de petróleo diariamente, del cual solo utiliza el 10% para consumo local y exporta el resto. Esto representa emisiones locales de alrededor de 48 millones de toneladas de CO2 anuales (8,89 ton per-cápita), que lo ubica entre los 30 países más emisores per cápita a nivel mundial. Como referencia Costa Rica solo emite 8,9 millones de toneladas de CO2 anuales (1,8 ton per-cápita) y se ubica entre los 75 países menos emisores de CO2 del planeta (Datosmacro.com).
Es totalmente discutible la ética ambiental de Noruega de generar riqueza explotando y exportando petróleo y luego invertirla en medidas ambientales o nuevas tecnologías limpias para revertir o mitigar los efectos causados. Es análogo a pretender enriquecerse como país con el narcotráfico para luego invertir los recursos económicos generados, en la lucha contra las drogas. Algo totalmente contradictorio y absurdo.
Los índices ambientales actuales, por ejemplo, el EPI (Environmental Performance Index), fallan al no contabilizar las emisiones causadas por la exportación de petróleo y gas natural como parte de la huella de carbono del país exportador, contribuyendo así a la falsedad ecológica de muchos países desarrollados, en cuenta Noruega. En esto, tanto el país exportador como el consumidor de petróleo y gas son co-responsables ambientalmente, y así debería quedar reflejado en estos índices. La principal huella de carbono de Noruega ocurre a lo externo, y esto, claramente no se está reflejando en los indicadores medio-ambientales. Los valores de emisiones totales y per-capita señalados anteriormente, aumentarían considerablemente si se incluyeran las emisiones generadas a partir de la exportación de petróleo de Noruega a otros países. Los valores de los índices de desempeño ambiental también serían muy diferentes.
Por otra parte, la Banca Internacional está cada vez más reacia para financiar proyectos de explotación petrolera en el mundo, dirigiéndose por el contrario en la línea de inversiones verdes y sostenibles. Ante esto, la oportunidad de créditos blandos y a largo plazo para explotación petrolera se reduce significativamente. Incluso, conglomerados de inversionistas como Harvard University, se están deshaciendo de sus inversiones en empresas petroleras por proyecciones de largo plazo que indican que son malas inversiones. La misma Noruega también está reduciendo sus inversiones en petróleo y apostando por las energías limpias. En el 2019, el fondo soberano de Noruega retiró 11 mil millones de euros destinados a combustibles fósiles para dirigirlos a las renovables.
Entonces, imitemos a Noruega en las cosas positivas que actualmente está desarrollando en el campo ambiental, por ejemplo, su impulso a las energías renovables y la movilidad eléctrica, las inversiones verdes, convertir la deforestación en delito, entre otros. No imitemos su oscuro pasado petrolero, no caigamos en el mismo error que ellos y otros países cometieron hace décadas. Mucho menos imitemos actividades tan destructivas e irracionales como su inconcebible cacería comercial de ballenas o la pretensión de realizar explotaciones petroleras en áreas de importancia ecológica. En conclusión, ese supuesto liderazgo ambiental de Noruega, es altamente cuestionable.
Debe considerarse también que la realidad actual es muy diferente. Noruega comenzó su explotación petrolera en los años sesenta, cuando poco se hablaba y menos se hacía por el cambio climático. Hoy en día, el planeta se destruye y se cae a pedazos por culpa de las emisiones generadas por esa irracional explotación, llegamos a una situación límite y por lo tanto, el compromiso y las acciones de todos los países, sean ricos o pobres, tienen que ser muy diferentes y agresivos.
Costa Rica ya es considerado como un pionero y líder en energías renovables. No retrocedamos con el petróleo, no escuchemos las voces que nos quieren conducir por la oscura senda del petróleo y el gas natural. Sigamos soñando y trabajando en pro de las energías limpias y la sostenibilidad, siendo parte fundamental del nuevo paradigma energético que surge.
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