Es hora de que los candidatos hablen, de lo que nadie quiere escuchar

» Por Luis Fernando Barquero Cordero - Abogado

Mi más grande preocupación en este momento es una crisis económica. De verdad lo pienso cada vez que hago un gasto, que asumo una deuda o pienso en hacer una inversión. Incluso, la idea de tener un hijo, es hoy una reflexión que pasa por el filtro de la estabilidad económica del país.

Mientras se perdió valiosísimo tiempo discutiendo otros temas, los costarricenses no tuvimos espacio para escuchar a los candidatos y sus propuestas entorno a la deuda pública y el déficit fiscal. ¿Pero de que se trata esta discusión?, bueno, de decidir cuáles son las medidas impopulares que se deben adoptar.

Hasta dónde entiendo, no hay una salida “fácil” del problema. Esto no se soluciona simplemente recortando los llamados lujos del Estado, como las grandes pensiones, los viajes al exterior y los gastos en asesoría. Los economistas ya han explicado que estos esfuerzos, son importantes en tiempos de crisis, pero son como recetar acetaminofén para tratar un cáncer.

La experiencia reciente en otros países, nos dice que la intervención debe ser pronta y las medidas drásticas. El problema es que todas las soluciones que se ponen sobre la mesa son poco populares y no precisamente son las que más votos atraen. Todo se resume a lo siguiente: La primera hipótesis es reducir el gasto público, esto se puede hacer desde distintos frentes: reduciendo el aparato público; unificando instituciones, congelando salarios públicos, disminuyendo las asistencias sociales y a mediano plazo, mediante la optimización de la gestión pública. No sé si se me escapa algo, pero estas son las medidas que hasta el día de hoy he logrado escuchar.

Todo lo anterior implica tocar fibras muy sensibles de los trabajadores públicos, implica el descontento de las agrupaciones gremiales, de los sectores económicos más vulnerables y por supuesto una desaceleración de la economía, entonces, a nadie le gusta hablar de esto.

El otro camino propuesto es el de la intervención fiscal. Por este lado, se toca el bolsillo de los costarricenses, de la clase trabajadora y de los empresarios, de los más acomodados y de los más pobres, pero en especial del tico que hoy tienen que tomar la decisión de ir caminando al trabajo o de tomar el bus, porque ese dinero les serviría para comprar una caja de leche.

También afecta a los empresarios, y más al pequeño y al mediano, dónde hoy apenas sale a flote con el actual escenario tributario, por lo cual más presión impositiva, se traduce en mayor desempleo y esto nuevamente en una desaceleración de la economía.

Es decir, por donde lo veamos, a nadie le gusta el camino, ni a mí, ni a usted que me lee. ¿Pero qué hacemos?, ¿seguimos sin hacer nada y esperando que el problema se siga engordando hasta que se solucione por arte de magia?, ya es hora de despabilarnos de este sueño.

Por eso, como ciudadano, exijo a los actuales candidatos que en los próximos debates sean realmente claros y preciosos en cuanto las medidas a tomar. Es hora de que hablen, de lo que nadie quiere escuchar. No es de recibo, más respuestas populistas, genéricas o evasivas, lo que merece el costarricense es una postura firme; que explique el valor de cada medida que proponen y el impacto real sobre la situación, porque de esto depende todas las otras propuestas de sus programas de gobierno, y ante todo, el destino de Costa Rica.

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