Cuba es noticia conforme se mueve la política de los Estados Unidos de América; en la pasada Administración Obama, vislumbró la posibilidad de una apertura esperanzadora; que luego borró el señor Donald Trump, como lo hizo con todas las medidas, provechosas y de utilidad de su antecesor.
La historia de la isla desde Fidel Castro hasta la actualidad, es de sobra conocida, amén de muy controversial y criticada; el nombramiento del nuevo presidente de Cuba, en reemplazo del señor Raúl Castro, recayó en el señor Miguel Díaz Canel, hombre honesto, intachable y de línea completamente afín a los Castro, por tanto; de seguro, no habrán variaciones en la conducción del gobierno; que tendrá que soportar el añejo embargo del Tío Sam, que provocó y sigue en lo mismo; el refrán popular de los isleños: “hay que resolver”, que implica sobrevivir a como haya lugar. Se han formulado muchas preguntas, por seguridad desde el exterior; una de ellas, la razón por la cual los cubanos a causa de la más que precaria situación de miseria no se hayan rebelado contra la dictadura; la respuesta es lógica y sencilla, porque buena parte de los cubanos son los jerarcas del gobierno y los demás funcionarios públicos, quienes gozan de una situación privilegiada y por consiguiente defienden con los dientes el “hueso” que no les convienen soltar y el pueblo se conformó con sus regalías de subsistencia.
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