Desde hace tiempo, no sólo después del 4 de febrero pasado, gente muy cercana me ha dicho de manera repetida que el Partido Liberación Nacional es un partido “muerto” o que definitivamente está en cuidados intensivos.
Después de valorar detenidamente las diferentes opiniones, es que estoy clara que he sido liberacionista y lo soy al día de hoy, no por lo que ha hecho o construido nuestro partido a lo largo de su historia, sino porqué lo ha hecho.
Pero cuando las ideas se acaban y lo único que existen son las propuestas de los líderes de turno es cuando simplemente ese porqué desaparece y las razones obedecen a grupos de poder, que han llegado hasta la columna vertebral de nuestro partido.
Después de la elección del 2002, cuando nos enfrentamos a un nuevo paradigma, al hacerse patente el multipartidismo en Costa Rica, no logramos entender que el usufructo de lo construido ya no era suficiente, era el momento de reafirmar esos porqué que nos guiaron en beneficio de la mayoría y que era necesario reformar los instrumentos de desarrollo y volver a las bases partidarias.
Las dos siguientes elecciones, que ganó el partido (2006 y 2010), simplemente nos montaron en una nube, pensando que trabajando alrededor de esos liderazgos y no del partido era suficiente para construir y sobrevivir a los cambios, desgraciadamente simplemente fue un espejismo que hoy seguimos sin entender y que el pueblo costarricense nos ha señalado.
Ya don Carlos Manuel Castillo para 1998, señala la crisis del partido, en la presentación del libro Semblanzas de don Enrique Obregón Valverde, dice:
“Es cierto el distanciamiento entre los estratos superiores de la dirigencia y las urgencias de las comunidades. Hoy en día las luchas entre las cúpulas, son por el dominio de una base popular, cuya existencia y permanencia se dan por supuestas. Esto explica, al menos en parte, las contradicciones que se presentan, cada vez con mayor frecuencia, entre las promesas que se hacen en las campañas, y las acciones que se toman ya en el gobierno, con el consiguiente debilitamiento de la fe que deposita la ciudadanía en sus dirigentes y en sus gobernantes. Trágico error que se ha venido cometiendo con creciente frecuencia”
Parece ser que en Liberación Nacional estamos en un estado de pánico, nos asusta tanto el futuro que muchos hoy prefieren no hacer nada, pero no hacer nada no es una opción, solo sería una sentencia de muerte.
No podemos simplemente cerrar los ojos y mirar hacia el futuro, sin analizar lo sucedido, porque somos el partido político con más diputados en la Asamblea Legislativa y mayor cantidad de alcaldías e intendencias en el país, simplemente porque nuestra base política es la más grande y amplia del país, es a ellos a quienes les debemos respuestas, es a ellos que debemos mostrar “los cambios” que sean necesarios.
Por eso me he dado a la tarea como dirigente liberacionista y Presidenta Nacional del Movimiento de Mujeres, en las últimas semanas recorrer gran parte de este país, para proponer a compañeras y compañeros liberacionistas, asambleístas nacionales, a quienes hoy les corresponde guiar la transformación del partido, realizar un análisis serio de lo sucedido, debemos cerrar el ciclo electoral con una rendición de cuentas no solo financieras sino políticas tanto del Comando de Campaña como del Comité Ejecutivo Superior Nacional y aprobar un plan de trabajo para lo que resta de este año y proponer la ruta del partido para los próximos años.
Lo más triste de este recorrido ha sido el desánimo de la mayoría, ya ni los liberacionistas creen que pueda reconstruirse nuestro partido, y peor aún, la oposición de algunos de hacer lo CORRECTO e iniciar lo antes posible, no pueden prevalecer los cálculos políticos ni los intereses individuales frente a los intereses de la organización y menos frente a los del país.
Hoy 55 compañeras y compañeros asambleístas nacionales, hemos firmado esa propuesta de autoconvocatoria de Asamblea Nacional para el mes de mayo y muchos otros a pesar de que la están apoyando no han podido por logística y tiempo, creemos que debemos realizar un esfuerzo democrático y participativo, no solo para escuchar a “algunos” y proponer los cambios y el trabajo en el mediano y largo plazo, el partido es de todos.
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