El pueblo de Costa Rica, conforme al derecho que le otorga la Constitución, ha cumplido sufragando y ha elegido al Presidente del País. La campaña electoral se ha desarrollado, como ha sido costumbre y norma democrática, sin violencia callejera, en paz y tranquilidad, cabe señalar que debido al progreso concerniente las redes sociales, la justa ha sido atípica y corta; en algunos casos, salpicada de insultos y mentiras, que no son ajenas a las elecciones de otros países.
Queda sentado que se terminó el bipartidismo y el seguimiento de las líneas clásicas de las corrientes políticas tales como el socialismo, el comunismo y otras, porque los programas de gobierno de los dos candidatos han sido: “de todo un poco”; nobleza nos obliga al recuerdo de dos o tres ex presidentes de la República, quienes fueron derrotados y por ende resultaron perdedores, después de una guerra, al último sangre, que el dios Griego del tiempo “Cronos” les ganó; por eso, estamos atrasados en la ejecución de muchas obras de infraestructura, huelga mencionar, muy necesarias y urgentes, si tuviéramos que tomar adrede un proverbio que reza: “el tiempo es dinero” estaríamos en una quiebra total.
Los analistas políticos tendrán la última palabra en profundizar los motivos y las causas de la votación ciudadana, de paso; más de un político pondrá la barba en remojo. Sin presumir de ser brujos o clarividentes, pronosticamos y adelantamos la primera declaración pública del Mandatario, nada original, que será: “Necesito empaparme primero de la situación del País para luego actuar”, más o menos (Sic), esta vez ha sido diferente. Los primeros cien días de gobierno y demás, nada nuevo, en buen tico “a como está el arroz”, son muchos, con todo respeto; opinamos que la juventud del señor Presidente debería sugerirle, por primera vez efectuar un cambio rápido, dinámico y concreto en su debut y; en lugar de anunciar, aunque positivas, medidas de largo plazo, de lenta y engorrosa aprobación, a manera de ejemplo, debería ordenar “ipso facto” la colocación de un puente Bailey en un sitio muy peligroso, como hay muchos en el terruño, y ¿por qué no? imitar a los voluntarios del “Techo” quienes en pocas horas construyeron una casa de madera para unos niños, imitar, con las debidas reservas, en cuanto al problema de las viviendas, no significaría menospreciarse; por el contrario, sería una virtud fruto de la humildad, porque adoptar unas acciones, menudas pero concretas, que favorecerían directamente al ´pueblo el cual “in situ” e “ipso facto” pudiera comprobar y al mismo tiempo lo agradecería, implicaría engrandecer a Costa Rica que lo merece y demanda.
Costa Rica un ejemplo de democracia para el mundo.
—
Los artículos de opinión aquí publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de EL MUNDO. Cualquier persona interesada en publicar un artículo de opinión en este medio puede hacerlo, enviando el texto con nombre completo, fotocopia de la cédula de identidad por ambos lados y número de teléfono al correo redaccion@elmundo.cr.
