Guido Miranda en paz

» Por Ricardo Castro Calvo - Asesor Asamblea Legislativa

Cuando nos llega la muerte, se descubre: ¿quién fuiste? y ¿qué realizaste por los demás? Se desvela la verdad: ¿Cuánto amaste?

Escribir sobre los méritos de Guido Miranda Gutiérrez es una obligación con la historia patria. Su paso por este mundo enuncia que fue probo y en su camino por la vida, trabajó por los demás, con el deseo de servir. Su manifestación de amor, más palmaria con el prójimo se muestra en la universalización de la obra social más importante de Costa Rica.

El Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia visionó y sembró; el Dr. Guido Miranda Gutiérrez cultivó y compartió el fruto.

Escribir sobre la valía de don Guido en mi vida es obligación.

Supe quién era Guido Miranda cuando pretendía ser estudiante de medicina. Él era un médico, líder dentro del gremio y sus posiciones irradiaban un fuerte pensamiento social. Su visión de la justicia era consustancial a la profesión. Por entonces, el Dr. Rodrigo Gutiérrez era Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Costa Rica y el padrino de mis aspiraciones académicas.

Don Guido ocupaba la subgerencia médica de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS). Era persona de confianza de don Pepe y de Danilo Jiménez Veiga.

Unos años después pude compartir con el Dr. Miranda como Presidente Ejecutivo de la CCSS. Él era miembro del Consejo de Gobierno por disposición del presidente Luis Alberto Monge. Don Guido siempre llegaba temprano a las sesiones y le recibíamos en el despacho del presidente con una taza café, una de té o simplemente disfrutábamos de una conversación analítica de la realidad del país. Su voz era suave pero sus argumentos muy fuertes. Aquella visión integral de lo social y económico se hacía visible en sus explicaciones. Sus palabras nos permitían comprender los movimientos que estaba realizando para sacar a la CCSS de la crisis y lograr una ruta que permitiera la universalización de la salud.

Para entonces, éramos contertulios semanales. Con frecuencia compartía con suma alegría sus aventuras y proyectos desde la Junta Directiva del Deportivo Saprissa.

En enero de 1987 fui padre de Daniel. Al nacer, nos informaron que había nacido con una tetralogía de Fallot. Es una condición de salud con una malformación en el corazón. El bebé debía ser operado a la brevedad y en Costa Rica no existían antecedentes de esa cirugía, por lo que, la probabilidad de muerte era muy alta. Acudí a don Guido para escuchar su recomendación. Fueron sus palabras orientadoras de lo debía hacer y lo que no sería conveniente innovar. Estaba contra el tiempo por la salud de Daniel y debía encontrar alternativas que llenaran los requisitos que había recomendado el Dr. Miranda. Sus sabios consejos fueron paternales y médicos. No fue fácil, pero se cumplió con lo encomendado por él y hoy, Daniel es un extraordinario ser humano de 32 años de edad.

Nuestra amistad continuó, pero más pausada. Él continuó como Presidente Ejecutivo de la CCSS durante el primer gobierno de don Oscar Arias y yo, salí de la administración pública para abrir caminos en la profesión liberal y en la empresa privada.

Casi dos décadas después, nuevamente estaría frente a frente con Guido Miranda. Esta vez, él como presidente del Comité de Ética del Partido Liberación Nacional (PLN) y yo, como investigado por el señalamiento de un prominente político, que luego supe que le estorbaba en su camino a la candidatura presidencial. Cuando escribo estas líneas, causan una contracción, pues nunca había estado en mi mente atravesarme a esa aspiración. Pero en política todos los días se aprende.

La conjetura decía que yo, desde la posición de director bancario había hecho uso de esa condición para obtener créditos para las empresas bananeras de las que era socio. La sola presentación de los documentos de aprobación y desembolso de las operaciones crediticias con fechas de años anteriores a mi nombramiento en el Banco Crédito Agrícola de Cartago hacía deleznable la aparición de la recomendación. Pero el móvil era atropellar mi camino a “una supuesta precandidatura” que solo existió en los miedos de un diputado.

Fue cuando el Comité de Ética me convocó a una sesión y don Guido, en calidad de presidente, comunicó que por unanimidad de los integrantes del cuerpo colegiado se daban por satisfechos con la documentación de descargo aportada por nosotros. El amigo me abrazó y dijo: “Ricardo, te conozco. Caminá con la cabeza en alto.” Sus palabras reconfortaron el alma. Hoy, en su paso a la eternidad, le juro que ese mensaje vivirá para siempre.

Guido Miranda Gutiérrez, 93 años consecuente con su pensamiento socialdemócrata, su camino al lado del prójimo y una vida familiar abundante nos enseñan que es posible pasar por esta existencia y tenerlo todo. Es amar a plenitud.

Buen viaje don Guido. Su lugar es donde las almas están en paz.

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