La creación de micro, pequeñas y medianas empresas tienen un rol preponderante dentro del modelo de crecimiento económico con inclusión social que han acompañado el proceso de expansión comercial e industrial más importante de la historia económica de los países desarrollados.
La formación de grupos asociativos de pymes o cooperativas impacta positivamente en el desarrollo de las regiones porque incrementa la competitividad de las firmas agrupadas, generando mayor valor agregado y trabajo, reforzando el tejido productivo.
Esta claro que son muchos y muy grandes los retos que se dibujan delante de nuestras micros, pequeñas y medianas empresas, y queda suficientemente demostrado su peso, respecto al valor agregado y su rol progresista en la creación de riqueza en las sociedades.
Es así como nace la Ley 8634 aprobada el 10 de abril del año 2008 que estableció el Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD) como un mecanismo para financiar e impulsar proyectos productivos, viables y factibles técnica y económicamente, acordes con el modelo de desarrollo del país en lo referente a la movilidad social de los grupos objetos de esta ley.
La banca estatal es el mayor contribuyente de estas mejoras, aportando 93% del incremento total de clientes MIPYMES del Sistema Financiero Nacional (SFN). No obstante estos buenos pronósticos no se traducen en aumentos de la participación del crédito de las MIPYMES en el (SFN), esta se mantiene en alrededor del 8%.
Lo que supone que de los tres fondos de financiamiento del SBD, el FINADE y el FOFIDE han logrado buenos resultados, principalmente por el aporte que da el sistema de avales y garantías del FINADE y los programas de atención a la mujer manejados con recursos del FOFIDE.
El tercero es el Fondo de Crédito para el Desarrollo (FCD) que sigue sin resolver los problemas de diseño relacionados con la rentabilidad y la naturaleza de los fondos que lo nutren, dejando inmovilizados el 67% de los recursos del SBD.
La atención a grupos prioritarios es un objetivo cumplido de manera parcial, y de todos los grupos definidos como prioritarios, solo se puede dar cuenta de la atención a las mujeres y de los jóvenes emprendedores con rendimientos favorables.
No existe duda alguna de que el SBD cumple con las expectativas y es una buena alternativa de financiamiento para los clientes que han podido hacer uso de sus recursos. Pese a que la mejora experimentada en el acceso de las MIPYMES al sistema financiero se explica en mucho por los programas ya existentes en algunos bancos públicos, que no necesariamente fueron creados con el SBD.
Por último, las PYMES son generadoras de empleo, por lo tanto deben ser la base de una nueva planificación económica que vaya más allá a intentar establecer un marco de convergencia real que nos permita mejorar indicadores económicos asociados al PIB per cápita, crecimiento, y creación de empleos.
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